Desde
siempre hemos escuchado la trillada frase de que “el poder lo tiene el pueblo”
o de que “nosotros decidimos el rumbo de nuestro país”; y quizá no creemos o no
queremos creer que eso es lo que verdaderamente necesitamos pensar, siempre nos
hemos menospreciado como sociedad, nos hacemos inferiores ante la comparación
internacional y ante la burla de nuestro propio gobierno.
Actualmente,
la voz ciudadana se ha ido alzando cada vez más, siendo ahora un reto de los
nuevos gobiernos hacer frente a las demandas que el “pueblo” hace, y
ciertamente las redes sociales han jugado un papel fundamental en este
desarrollo de expresión, son quizá los medios por los que se convoca a esa
“libre expresión” que dista mucho de un verdadero respeto a esta garantía constitucional.
Los ciudadanos nos sabemos requerir muchas veces, pensamos que no podemos
realmente hacer nada por el país y caemos en el conformismo ciudadano de decir
siempre que el gobierno y los políticos son siempre los culpables, y en buena
medida tienen razón, puesto que las decisiones trascendentes en el país las
hacen ellos, pero ¿Nos hemos puesto a pensar alguna vez, qué hacemos nosotros
por cambiar eso?, si nos la pasamos quejando, que no es lo mismo que opinar
cabe resaltar, y simplemente seguimos nuestras vidas sin trascendencia, sin
pena ni gloria.
La
fuerza ciudadana ha sido constituida desde tiempos ancestrales, funciona desde
la delegación del poder de la sociedad unida como conglomerado humano a un
soberano como bien resalta Rousseau en su obra “El Contrato Social”, solo se
delega el poder a un común, y que éste tiene como tarea manejar las mejores
decisiones de aquellas personas de quien depende, y sobre todo brindarles la
seguridad y protección tanto dentro como fuera del grupo social.
Este
antecedente pone de base el verdadero sentido de la fuerza ciudadana, somos
nosotros, hombres y mujeres que requerimos tomar las decisiones, NO somos la
contraparte del gobierno, sino que formamos parte de él. Nosotros al emitir un
sufragio por este o aquel candidato, somos responsables de igual manera de
vigilar el trabajo que hagan, de hacer las peticiones necesarias y de atender
los llamados de la porción poblacional a la que representa. Debemos quitarnos
la apatía y el estereotipo de que el mexicano es flojo, o de que somos
humillados.
El
trabajo más fuerte la tenemos nosotros los jóvenes, somos las actuales
generaciones que mueven al mundo, somos el grueso de la población mexicana,
requerimos oportunidades de estudio, de trabajo, de desarrollo cultural y profesional,
somos simplemente lo que México necesita para despuntar; somos los ciudadanos
los que debemos trabajar de la mano con nuestro gobierno y no ser opositores
anarquistas a él, requerimos de la unión pacífica de todos, en evidente respeto
por cualidades de religión, sexo, ideología política o preferencia sexual, por
nosotros comienza el respeto que debemos proyectar a nuestros representantes.
Somos
la llave que abre el progreso social, económico, político, cultural y comercial
de México, es nuestra responsabilidad hacer ese cambio, transformar nuestras
ideas, revolucionarlas para una mejor cohesión social, que nos dignifique y nos
marque como mexicanos del éxito y no mexicanos del fracaso.
El
ciudadano ejemplar es aquel que se
preocupa por su entorno, que exige y dialoga, que provee de soluciones a los
conflictos de su ambiente, aquel que se preocupa por su desarrollo profesional,
aquel que ambiciona un país en potencia, aquel que verdaderamente alza la voz
pero también trabaja por lo que cree y por lo que exige; un ciudadano debe ser
parte imperante del cambio, quizá más aún que el propio gobierno, debemos saber
decidir qué es lo que queremos y nos conviene, y no precisamente elegir qué es
por lo que “menos nos afecta”.
Una
ciudadanía consciente es la requerida para el progreso social, iniciando en las
acciones inmediatas a nosotros y de las que vivimos y dependemos día a día, en
conjunto de las acciones individuales apuntadas al desarrollo y progreso
nacional, se construirán las acciones en masa que sin duda alguna
proporcionarán la fuerza motriz de la
transformación de México.
Vicente Flores.
Vicente Flores.