Durante la historia moderna del hombre, es decir,
desde hace ya algunos siglos, en todo el mundo la división de clases ha sido
marcada tajantemente por el sistema económico al que tengan acceso todos y cada
uno de los miembros de una sociedad, y como se ha visto hasta ahora los que
mejores oportunidades y posibilidades económicas tienen son los menos, esto se
traduce en que el grueso de la población pertenece a una clase más baja, y qué
decir de aquellos que viven la miseria misma, este panorama exactamente es el
que nos presenta Luis Buñuel en su filme “Los Olvidados”, enfocando su atención
y análisis total a esta última clase de la que he hecho mención: los de la
clase baja.
Comenzaré así pues, con un pequeño fragmento que se
menciona en el inicio de la película “[…] las ciudades modernas esconden bajo
sus magníficos edificios, niños mal nutridos, sin higiene, sin escuela, semillero
de futuros delincuentes […]” sin duda, estas palabras subyacen bajo un cúmulo
de situaciones de la cruda realidad, como bien decían al comienzo, México no es
excepción de esta realidad que en muchos países ricos y pobres existe, pues la
clase baja es y será la más vulnerable a todos los males que aquejan a una
sociedad. El delinquir es una situación o acción mejor dicho, que ha
proliferado siempre en la clase baja, aunque justificada en cierto modo, pero
no aplaudida ni solapada, ya que la necesidad que existe de cubrir los
menesteres básicos de todo individuo, entre lo que destaca el alimento,
elemento por el cual las disputas y riñas son paradójicamente “el pan de cada
día”, pues en ocasiones nos muestra la película como es que tratan de conseguir
satisfacer dichas necesidades. El vandalismo ha sido siempre una salida fácil
para conseguir ciertas cuestiones, pues es mejor y más sencillo robar que
trabajar para ganarlo.
Un elemento primordial influyente en este tipo de
acciones sobre los jóvenes de la clase baja, es la falta de una figura que los
guie y peor aún la desintegración familiar que se vive, y de la cual es muy común
en dicho estrato, aunque cabe aclarar que no es especifico de la una clase los
problemas de este tipo, sin embargo si son más propicias a darse en un estrato
más bajo cabe mencionar por la dificultad de satisfacción parcial o total de dichas
necesidades. Este elemento mencionado en principio, creo yo va de la mano con
la educación, pues aunque la educación no es garantía de cero vandalismo, es
cierto que es una guía o camino por el cual los jóvenes se pueden mantener alejados
de vicios y malos actos que perjudiquen su libertad. Como se vio en el filme,
la autoridad no siempre es opresora en el sentido en que su fuerza la ejerza sobre
el que delinquió para que pague por el delito cometido, sino se mostró un claro
ejemplo de cómo a través de la oportunidad de la educación el Estado puede ser
corrector en cierta medida a las acciones mediocres y negativas del individuo,
tal es el caso de uno de los personajes, que por falta de atención de su madre,
sin acceso a la educación y el medio en el que se desenvolvía propició a las
malas conductas, y que se le dio la oportunidad después de un supuesto robo,
acceder (aunque por la fuerza) a aprender un oficio, ofreciendo de tal manera
el lleno total de los menesteres básicos como ropa, alimento, techo, etc.,
aunque si bien es cierto que no en las mejores condiciones, sí en la cobertura de
tales. Otro de los elementos que me llamó la atención fue como marcó un acto de
violencia la vida de dicho personaje, en el que daría pauta al inicio de su reformación
a partir de su participación como espectador y cómplice de la muerte de un
individuo, pues fue quizá el impacto y el cargo de conciencia en cierto modo el
que lo orillo a dar ese paso para su mejor condición de vida, aunque al final
muere en manos del líder de su grupo por supuesta traición.
Por otra parte, también se encuentra la parte de
dicha población que no necesariamente delinque para obtener la satisfacción de
dichas necesidades, sino que a pesar de la dificultad de poder mantenerse, se
dan la oportunidad de trabajar y colaborar en tareas simples en cierto aspecto,
pero bien ganado el pan y techo.
Ser un individuo de bajos recursos no es sinónimo de
delincuente, así mismo ser de clase posicionada no te coloca como buena
persona, aunque si por lo prejuicios que se anteponen a las acciones en primera
instancia y que juzgan inciertamente ante una realidad económica como algo ya
estipulado o etiquetado.
Concluyendo, “Los Olvidados” cautiva a todo que la
ve, o por lo menos se lleva en la reflexión algo por mas vano que esta
situación pueda parecer, a la cual nos hemos acostumbrado como sociedad, pues
hemos convivido sino de cerca con ello, si como parte del entorno, y es ahí
donde radica el problema, en que “nos acostumbramos” es decir, lo hemos hecho
ya parte normal de nosotros, pero tampoco se ha dado la solución plausible para
la disminución de esta condición que desgraciadamente en las últimas décadas ha
ido en incremento y que no solo afecta ya a la clase social baja sino a los
estratos en general. Es precisamente a ellos, a “Los Olvidados”, ese sector
vulnerable del que pocas veces volteamos a ver para ayudar, pero que sin
embargo damos queja de ellos a diario, desprecio en muchos casos y odio o
vergüenza en otros más, pues solo vemos como caen pero no tendemos la mano para
levantarlos, ya que vivimos en un mundo en que pareciera ser que no existen
pero que paradójicamente son el sustento nuestro, pues gracias al trabajo
“inferior” (como lo catalogamos muchas veces) que realizan es cómo podemos
tener los de “arriba” las diversas comodidades, el fruto servido en la mesa o el servicio necesario
para nuestra satisfacción. La reflexión de esto queda en cada uno de nosotros,
que vivimos a diario con problemas sociales pero que pocas veces trabajamos
para erradicarlos.
Vicente Flores.
Vicente Flores.