La inseguridad en nuestro país es un tema con el que vivimos desgraciadamente a diario, nos es tan común leer en los periódicos, o escuchar en las noticias al prender el televisor o la radio, sobre secuestros, robos, asaltos, violaciones, homicidios, etc., es algo con lo que hemos aprendido a convivir, algo que desde hace años aqueja no solo a la sociedad mexicana sino al mundo entero, aunque claro está que en algunos países es menor la estadística.
Pero sin duda alguna, algo de lo
que no puede prescindir México en la actualidad es su “gran esfuerzo” por estar
en los primeros lugares de las listas más populares de entre la delincuencia
organizada, el tráfico de drogas y los asesinatos al por mayor; esto es el
punto álgido de esta obra, y no precisamente del análisis de la delincuencia
organizada y el tráfico de drogas desde un punto de vista externo sino desde su
interior, desde su propia organización y funcionalidad, sus procesos de
selección y adiestramiento, el reclutamiento y los políticos involucrados.
SICARIO es una palabra fuerte de
pronunciar, implica terror y violencia, armas y homicidios, drogas y su
distribución; todo eso y mucho más es lo que implica ser un asesino a sueldo,
siempre pensando en el daño que nos pueden causar, o que en su conjunto hacen a
este país, pero es cierto también que pocas veces nos ponemos a pensar en qué
es realmente un sicario desde dentro, desde esa persona quien juega un papel
dentro de la organización o cartel, ¿Qué es de él? ¿Cómo piensa? ¿Qué siente?
¿Le teme a algo o a alguien? Estas son preguntas verdaderamente interesantes de
contestar, pero quien mejor que alguien que tiene este “trabajo” para
contestarlas, saber desde una fuente fidedigna la información real y concreta
de cómo realmente se maneja y se vive dentro de un cartel.
El Sicario, quien es el
protagonista de esta obra, nos relata en un primer momento la forma de operar,
es decir, como se llega a ser sicario, que pruebas se deben pasar, quienes los
entrenan, etc; como primer punto se llega a ser sicario desde que te brindan el
mínimo de confianza para estar en sus círculos de trabajo, eres seleccionado y
adiestrado, las pruebas son difíciles para entrar, pasar semanas enteras
realizando actividades recluido en alguna casa de seguridad del centenar que
tienen bajo su mando, con la ausencia de tu familia, pero siempre pensando en
que será lo mejor porque las grandes cantidades de dinero a ganar son quizá tan
inimaginables y con tanta “facilidad” como jamás en tu vida hayas imaginado. El dinero y el poder son la principal razón por la que
alguien accede a entrar a la delincuencia organizada, se necesita valor y
grandes “pantalones” para atreverte a matar a alguien por dinero, secuestrarlo
o torturarlo en su defecto; el trabajo sobre algún asesinato o secuestro conlleva
de una precisa planeación, casi perfecta o perfecta, sin errores o el que terminará
muerto será el sicario mismo.
El personaje principal nos relata
de una manera vivencial las horribles torturas que practican, los métodos de
sometimiento de las víctimas y el modo de operar en cada jerarquía, distingue
perfecto de entre las tareas del sicario, ya sea que se dedique a matar,
secuestrar, traficar, torturar, etc., cada uno tiene un rol específico y debe
respetar. El dinero del “Jefe” es sagrado para quienes pretenden no pagar lo
que debe, y resultan también víctimas de su propio equipo, nadie traiciona al “jefe”
y quien lo hace lo paga con su vida. La familia de todos aquellos involucrados
en este ambiente tan hostil pero tan abundante sin duda, resultan muchas veces
ser parte de la misma organización, y no por participar activamente, sino
porque se vuelven garantía de pago o de ajustes de cuentas. La vida es quizá lo
más atesorado en este ambiente, vives en todo momento sujeto a un arma y tras
el efecto de las sustancias que tú mismo traficas.
Se desenmascara asimismo, al
gobierno, la policía y los militares, quienes pasaron de ser el blanco de
ataque, a parte de la organización o cartel, nos muestra ejemplos de políticos que
llegaron al gobierno de una entidad federativa o de un municipio, tras ser
pactados con el mismo narco, tras ser financiados por ellos mismos; se muestra
una policía corrompida desde sus más bajas jerarquías, donde el Estado mismo es
quien los adiestra para incorporarse más tarde a algún grupo de acción de los
cárteles, “los jefes” proporcionan sus incentivos monetarios a los cadetes del “honorable”
cuerpo de policías, quienes reciben su “narcobeca” desde que son estudiantes,
más del 40% de los policías que entran a la academia, se enlistan en algún
cartel, y esto es apoyado firmemente por las autoridades, pues son ellas mismas
quienes forman parte del narcotráfico.
La CIA y la DEA resultan ser elementos de capacitación para los mismos
sicarios, es inimaginable que los propios organismos de acción antidroga del país
“más poderoso” del mundo sean corrompidas
por grandes capos mexicanos, irónico resulta el hecho de que la DEA (Drug Enforcement Administration en sus
siglas en inglés; en español: Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las
Drogas) sea actor contra el tráfico de drogas y a su vez coadyuve a la
misma tarea. ¿En quién confiar ahora si nuestras mismas autoridades son parte
de la delincuencia organizada? ¿Los ciudadanos que podemos esperar ahora sin la
protección y seguridad pública?
El mismo presidente de la república muchas veces ignora
que muchos de sus secretarios de estado (en el caso de Felipe Calderón como lo
menciona el personaje principal) sean brazo derecho de los capos mexicanos,
sean los medios a disposición para que todo el movimiento de la droga sea lo
más fácil posible, de ahí viene el famoso accidente donde murieron el entonces
secretario de gobernación Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos
en ese momento titular de la
Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada.
Sin duda fue un hecho que conmocionó a la clase política del país y a la
sociedad en general, y cuál fue la sorpresa, que fue como ya era esperado y
sabido por muchos un “narcosabotaje”, Vasconcelos resultaba ser un político incomodo
tanto para el narco como para el mismo gobierno involucrado, pues como dicen “donde
ponía el ojo ponía la bala”, él investigaba un asunto hasta sus últimas
consecuencias, en múltiples ocasiones sacó
a la luz información que resultaba de sus investigaciones arduas, resultó
responsable de la aparición de muchas narcofosas y de algunos narcotúneles en
el norte del país.
Creo que a estas alturas, en nuestros días, la sociedad
mexicana ya no se sorprende de en lo que ahora se ha convertido la política en
México, de una “narcopolítica”. El Estado ahora se volvió parte de una
organización de narcotráfico, que subyace bajo una falsa opresión que en
realidad es una substanciación y sostén de la mafia mexicana.
Múltiples son los detalles que te adentran en la lectura de
este libro, que nos deja una lección de vida donde un sicario pasó de ser un
asesino a sueldo a un soldado de Dios, donde el arrepentimiento se hizo
presente en él, sabiendo que por ahora está vivo con su familia a quienes pudo
salvar de las balas del cartel, pero que tampoco descarta su pronta muerte,
pues él sabe que la muerte es algo con lo que vivió siempre, solo que ahora no
será su acompañante sino su verdugo.
Te invito a leer este relato que sin duda alguna como mexicanos tenemos que leer, ¿Por qué? Porque es una realidad con la que vivimos, misma que debemos afrontar, porque ninguno de nosotros está exento de ser víctima directa de este ambiente, porque víctimas ya somos toda la sociedad, ¿Qué podemos esperar ahora de nuestro gobierno? ¿Hemos llegado ya al límite de la sinvergüenza y el descaro de nuestras autoridades?
Vicente Flores.
Vicente Flores.