lunes, 21 de octubre de 2013

SICARIO: AUTOBIOGRAFÍA DE UN ASESINO A SUELDO - MOLLY MOLLOY Y CHARLES BOWDEN



La inseguridad en nuestro país es un tema con el que vivimos desgraciadamente a diario, nos es tan común leer en los periódicos, o escuchar en las noticias al prender el televisor o la radio, sobre secuestros, robos, asaltos, violaciones, homicidios, etc., es algo con lo que hemos aprendido a convivir, algo que desde hace años aqueja no solo a la sociedad mexicana sino al mundo entero, aunque claro está que en algunos países es menor la estadística.

Pero sin duda alguna, algo de lo que no puede prescindir México en la actualidad es su “gran esfuerzo” por estar en los primeros lugares de las listas más populares de entre la delincuencia organizada, el tráfico de drogas y los asesinatos al por mayor; esto es el punto álgido de esta obra, y no precisamente del análisis de la delincuencia organizada y el tráfico de drogas desde un punto de vista externo sino desde su interior, desde su propia organización y funcionalidad, sus procesos de selección y adiestramiento, el reclutamiento y los políticos involucrados.

SICARIO es una palabra fuerte de pronunciar, implica terror y violencia, armas y homicidios, drogas y su distribución; todo eso y mucho más es lo que implica ser un asesino a sueldo, siempre pensando en el daño que nos pueden causar, o que en su conjunto hacen a este país, pero es cierto también que pocas veces nos ponemos a pensar en qué es realmente un sicario desde dentro, desde esa persona quien juega un papel dentro de la organización o cartel, ¿Qué es de él? ¿Cómo piensa? ¿Qué siente? ¿Le teme a algo o a alguien? Estas son preguntas verdaderamente interesantes de contestar, pero quien mejor que alguien que tiene este “trabajo” para contestarlas, saber desde una fuente fidedigna la información real y concreta de cómo realmente se maneja y se vive dentro de un cartel.

El Sicario, quien es el protagonista de esta obra, nos relata en un primer momento la forma de operar, es decir, como se llega a ser sicario, que pruebas se deben pasar, quienes los entrenan, etc; como primer punto se llega a ser sicario desde que te brindan el mínimo de confianza para estar en sus círculos de trabajo, eres seleccionado y adiestrado, las pruebas son difíciles para entrar, pasar semanas enteras realizando actividades recluido en alguna casa de seguridad del centenar que tienen bajo su mando, con la ausencia de tu familia, pero siempre pensando en que será lo mejor porque las grandes cantidades de dinero a ganar son quizá tan inimaginables y con tanta “facilidad” como jamás en tu vida hayas imaginado. El dinero y el poder son la principal razón por la que alguien accede a entrar a la delincuencia organizada, se necesita valor y grandes “pantalones” para atreverte a matar a alguien por dinero, secuestrarlo o torturarlo en su defecto; el trabajo sobre algún asesinato o secuestro conlleva de una precisa planeación, casi perfecta o perfecta, sin errores o el que terminará muerto será el sicario mismo.

El personaje principal nos relata de una manera vivencial las horribles torturas que practican, los métodos de sometimiento de las víctimas y el modo de operar en cada jerarquía, distingue perfecto de entre las tareas del sicario, ya sea que se dedique a matar, secuestrar, traficar, torturar, etc., cada uno tiene un rol específico y debe respetar. El dinero del “Jefe” es sagrado para quienes pretenden no pagar lo que debe, y resultan también víctimas de su propio equipo, nadie traiciona al “jefe” y quien lo hace lo paga con su vida. La familia de todos aquellos involucrados en este ambiente tan hostil pero tan abundante sin duda, resultan muchas veces ser parte de la misma organización, y no por participar activamente, sino porque se vuelven garantía de pago o de ajustes de cuentas. La vida es quizá lo más atesorado en este ambiente, vives en todo momento sujeto a un arma y tras el efecto de las sustancias que tú mismo traficas.

Se desenmascara asimismo, al gobierno, la policía y los militares, quienes pasaron de ser el blanco de ataque, a parte de la organización o cartel, nos muestra ejemplos de políticos que llegaron al gobierno de una entidad federativa o de un municipio, tras ser pactados con el mismo narco, tras ser financiados por ellos mismos; se muestra una policía corrompida desde sus más bajas jerarquías, donde el Estado mismo es quien los adiestra para incorporarse más tarde a algún grupo de acción de los cárteles, “los jefes” proporcionan sus incentivos monetarios a los cadetes del “honorable” cuerpo de policías, quienes reciben su “narcobeca” desde que son estudiantes, más del 40% de los policías que entran a la academia, se enlistan en algún cartel, y esto es apoyado firmemente por las autoridades, pues son ellas mismas quienes forman parte del narcotráfico.

La CIA y la DEA resultan ser elementos de capacitación para los mismos sicarios, es inimaginable que los propios organismos de acción antidroga del país “más poderoso” del mundo  sean corrompidas por grandes capos mexicanos, irónico resulta el hecho de que la DEA (Drug Enforcement Administration en sus siglas en inglés; en español: Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas) sea actor contra el tráfico de drogas y a su vez coadyuve a la misma tarea. ¿En quién confiar ahora si nuestras mismas autoridades son parte de la delincuencia organizada? ¿Los ciudadanos que podemos esperar ahora sin la protección y seguridad pública?

El mismo presidente de la república muchas veces ignora que muchos de sus secretarios de estado (en el caso de Felipe Calderón como lo menciona el personaje principal) sean brazo derecho de los capos mexicanos, sean los medios a disposición para que todo el movimiento de la droga sea lo más fácil posible, de ahí viene el famoso accidente donde murieron el entonces secretario de gobernación Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos en ese momento titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada. Sin duda fue un hecho que conmocionó a la clase política del país y a la sociedad en general, y cuál fue la sorpresa, que fue como ya era esperado y sabido por muchos un “narcosabotaje”, Vasconcelos resultaba ser un político incomodo tanto para el narco como para el mismo gobierno involucrado, pues como dicen “donde ponía el ojo ponía la bala”, él investigaba un asunto hasta sus últimas consecuencias,  en múltiples ocasiones sacó a la luz información que resultaba de sus investigaciones arduas, resultó responsable de la aparición de muchas narcofosas y de algunos narcotúneles en el norte del país.

Creo que a estas alturas, en nuestros días, la sociedad mexicana ya no se sorprende de en lo que ahora se ha convertido la política en México, de una “narcopolítica”. El Estado ahora se volvió parte de una organización de narcotráfico, que subyace bajo una falsa opresión que en realidad es una substanciación y sostén de la mafia mexicana.


Múltiples son los detalles que te adentran en la lectura de este libro, que nos deja una lección de vida donde un sicario pasó de ser un asesino a sueldo a un soldado de Dios, donde el arrepentimiento se hizo presente en él, sabiendo que por ahora está vivo con su familia a quienes pudo salvar de las balas del cartel, pero que tampoco descarta su pronta muerte, pues él sabe que la muerte es algo con lo que vivió siempre, solo que ahora no será su acompañante sino su verdugo. 

Te invito a leer este relato que sin duda alguna como mexicanos tenemos que leer, ¿Por qué? Porque es una realidad con la que vivimos, misma que debemos afrontar, porque ninguno de nosotros está exento de ser víctima directa de este ambiente, porque víctimas ya somos toda la sociedad, ¿Qué podemos esperar ahora de nuestro gobierno? ¿Hemos llegado ya al límite de la sinvergüenza y el descaro de nuestras autoridades? 

Vicente Flores.

jueves, 17 de octubre de 2013

“NO MATARÁS –K. KIESLOWSKI




El hombre desde siempre, ha sido objeto de la influencia vanagloriada de la fe y de la divinidad que lo acompaña en su andar según las creencias que profesen cada uno de los individuos que se enmarcan per se en el contexto divino o religioso. Este marco del que hablo, se define si bien por mitologías en algunos casos, por hechos reales en otros; no deja de tener  una base firme que conduce al hombre a actuar de tal o cual manera según los preceptos que establece como “buenos” o “ideales”, según los cuales el hombre debe ser, actuar y quizá hasta sentir. Tal es el caso de la corriente judeocristiana, que se basa en preceptos básicos llamados “Decálogo”, dados por Dios a Moisés y éste a su vez al pueblo; dando a entender que eran las estipulaciones por las cuales el Dios en que todos ellos creían era lo que pedía de ellos.

El filme “No Matarás”, es quizá sino una representación concreta de lo que mencioné en líneas anteriores, si bien puede ser una representación ad hoc al tema mismo, es decir, vislumbramos en las escenas cuestiones por las cuales podemos preguntarnos, reflexionar o quizá en un momento dado hasta juzgar el porqué de una regla o mandato, porqué según la tradición hebrea fue dado por Dios, y hacia dónde se dirige la cuestión del 5to mandamiento del Decálogo o el porqué de este precepto.

La cuestión divina en este momento no nos compete pues no soy una persona especializada en ello, aunque mi culto religioso me lo permita. Vayamos más allá de presenciar, saber, o cometer un asesinato, aboquémonos a preguntarnos si nosotros tenemos la facultad de privar del derecho de la vida a alguien más, incluso a un animal como se muestra en la película, quizá de primera instancia todos, o al menos la mayoría contestaría que nadie es dueño de la vida del otro y por tanto no podemos decidir sobre él o ella ni sobre su destino. Pero me pregunto ¿Por qué si no somos o no tenemos el derecho de quitar la vida a alguien más lo hacemos? ¿Es quizá algo nato en el hombre? Son cuestionamientos que nos podrá llevar tiempo en contestar, pero en la reflexión no emite de inmediato a lo que estamos predispuestos moral y religiosamente, pues el asesinato no es bien visto ante ninguna divinidad, al menos en la mayor parte de los cultos religiosos. Es pensar en que nuestra libertad de hacer y deshacer se ve limitada solo por la libertad del otro, es decir, nuestra libertad tiene límites hasta donde la del otro comienza y le afecte nuestra acción.

¿Qué debo pensar de aquel hombre que priva de la vida a otro? O ¿Qué es lo que puedo suponer que piensa o siente alguien momentos después de haber cometido el acto? Es en verdad un análisis nada fácil, pues no todos somos asesinos y por tanto nos es difícil tener empatía con esos pensamientos; el vacio que una persona pueda sentir, su necesidad de algo o hacia alguien, su desesperación o coraje, son causantes de tal atrocidad, pensar tan siquiera que en nosotros pueda crearse un monstruo social, a través de la presión, del vacío, del inconformismo o cuales quieran que puedan ser las razones por las que alguien prive de la vida a otro. La crueldad, frialdad y brutalidad de un asesinato repulsivo es de la manera en que el hombre “civilizado” muestra que sigue siendo “animal”, que esa condición jamás podrá perderse, ya que es quizá la acción más común en la historia del hombre, a través de batallas, guerras, asesinatos u homicidios; algo natural podríamos decir, pero sin conciencia ni reflexión de por qué lo hacemos o de si nos corresponde hacerlo, pues que no todos ante la naturaleza somos libres y por tanto nadie es mayormente mejor o peor ante el otro? Entonces, por qué adjudicarnos ese derecho sobre el otro a través de la libertad que poseemos?  Interrogantes que no nos habíamos hecho tal vez, pero hemos de recordar que en la conciencia se lleva el acto y la penitencia más cruel es recordar a diario en lo que te has convertido después de matar. Porque después de matar no serás el mismo de antes, un monstruo social te has de convertir.
El difícil trabajo de un abogado siempre se torna en cualquier situación que a éste le compete en su capacidad litigante, pues su deber es defender los intereses de su cliente, conociendo previamente la situación y habiendo aceptado los términos en que esta se encuentra, tal y como es el caso de Piotr, quien era un estudiante de abogacía en una etapa clave de sus estudios, pues estaba por concluir sus estudios y se preparaba para hacer su examen de titulación y quien tiene la difícil tarea de defender a Jacek (protagonista del filme quien asesina a un taxista brutalmente) ante los tribunales que lo sentenciarían por el acto cometido. La sentencia en sí misma tiene el fin de castigar y hacer pagar al infractor por el hecho o acto que se le adjudica, pero por sí misma tiene un fin más profundo la sentencia, y es el de hacer “reflexionar” a dicho infractor acerca de su actuar y por tanto ayudarlo a reintegrarse a la sociedad de la que alguna vez formó parte con derechos y deberes. Pero me pregunto si el fin último de la sentencia es el que anteriormente mencioné, por qué dar la pena de muerte a alguien?,  si la reflexión en él no tendría lugar pues morirá sin tan siquiera percibir por completo el hecho. Esta es una de las cuestiones que más controversia pueda causar con respecto a este tópico, pues es como aplicar la Ley del Talión ¿ojo por ojo, diente por diente y …vida por vida?  Es quizá algo no podamos comprender pues en nosotros caben acciones y pensamientos que ni nosotros mismos podemos entender.

Finalmente, nos queda la reflexión de sobre si tenemos o no el derecho sobre el destino y vida de alguien, creo yo que este filme es una excelente apreciación sobre la vida y la muerte, y más sobre la conciencia de saber hasta qué punto somos capaces de llegar con nuestra propia libertad, la respuesta ya estará en cada uno de nosotros, independientemente del culto religioso que profesemos, la vida es sin duda un regalo maravilloso que se nos otorga, así que cada uno tenemos derecho a ella a pesar de nuestras acciones.
                 
Vicente Flores.

lunes, 7 de octubre de 2013

“La Naranja Mecánica” Stanley Kubrick -

Stanley Kubrick fue uno de los más grandes genios que haya dado el mundo al llamado séptimo arte, y cuya influencia dejó marcado al siglo XX a través de grandiosas obras fílmicas, entre ellas “A clockwork orange o en su título en español “La Naranja Mecánica”, cuya fama fue adquirida por la gran controversia que causó en el Reino Unido en los años 70 entre críticos del cine y diversos medios de comunicación sobre su contenido y la conmoción de los espectadores.

La historia de Alex (protagonista de la cinta) es sin duda un personaje singular frente a la psicología de otros personajes de la misma categoría o contexto en filmes distintos. La particularidad de Alex es en sí misma la ultra-violencia,  que muestra el claro alarde al daño ajeno y de lo cual él y su grupo disfrutaban que sin planearlo tan estratégicamente conjuntaban coactivamente hacia el o los individuos, y que de un lugar a otro iban en busca de la satisfacción de dicha filia; como segunda instancia tiene la tendencia y gusto por  la violación como ese afán de ver el sufrimiento de la victima frente al acto sexual al que él procedía y del cual él era el principal participe dentro del grupo como todo líder. Desde las primeras escenas de la película se muestra la rebeldía por parte de aquel inadaptado grupo de adolescentes, los cuales irrumpen toda norma social y moral que en la sociedad pudiera existir, dejando por doquier huella de la malicia que en ellos se plasmaba y del cual sembraban cierto terror en las personas de tanto quienes presenciaban los ataques como quienes eran receptores de los mismos. “Como a toda acción corresponde una reacción” mencionaría el ilustre Newton en su tercera Ley, los actos operados por el protagonista finalmente tendrían el merecido correspondiente tal y como la ley es en esencia coercitiva, después de sufrir la traición de su grupo en un acto delictivo en el que era participe como muchos otros, estos lo dejaron a su suerte dentro de la casa habitación donde yacían delinquiendo, el cuerpo policiaco llegó y fue arrestado como en ocasiones pasadas de las que había ya librado, pero que desgraciadamente en ésta  no sería así, pues su vida sufriría un cambio drástico para bien aunque en un acto coactivo por parte de la justicia a quien había falseado en anteriores ocasiones.

El camino que pasó Alex durante su proceso de “reinsertación a la vida social” tuvo dificultades que él mismo jamás concibió, pues el tratamiento que obtuvo no fue nada fácil, se trata del tratamiento  “Ludovico”, el cual muestra una clara eficacia en el cual el paciente se ve impedido a realizar un acto violento. Dicho tratamiento es irónico en cierto aspecto, pues utiliza la violencia misma aunque en imágenes, y las drogas, que bajo ese efecto el paciente se ve obligado a mirar dichas imágenes y provocar después de todo un repudio a la violencia, es decir, le causa un tipo de intolerancia a la misma. Un elemento importante de la historia es la inconfundible y grandiosa Novena Sinfonía de L. van Beethoven, la cual mostró gran conmoción y gusto al escuchar la interpretación de la Oda a la Alegría en voz de una dama en el bar lácteo Korova, quedó quizá tocado por dicha obra con la majestuosidad de los coros y timbrantes sonidos que a diario disfrutaba escuchar una y otra vez. Esta pieza así como le causó un tremendo gusto al oírla, de igual manera sería su tortura en dicha cura,  pues estas imágenes eran acompañadas por música clásica y después del tratamiento al tener contacto con esto le provoca un gran malestar, por lo que realizar el bien era la única salida que tenía.
El filme nos muestra claramente este llamado “control de la conducta”, del que se desprende el acto humano de discernir entre una acción u otra concibiendo la naturaleza del mismo, es decir, poder decidir entre un acto de bien o un acto de mal, que es a lo que generalmente podríamos adjudicar como concepción del “libre albedrío del hombre”.


Poder decidir entre el bien y el mal es una de las características que tenemos como seres humanos, es decir, es un acto puro del hombre el de tener la libertad de elegir qué hacer o qué no hacer, que sin esta capacidad sinceramente no seríamos más que animales en el más estricto sentido de la palabra, pues no tendríamos conciencia de nuestros actos propios y por tanto no tendrían sentido dichas acciones. Es así como trata de operar el tratamiento a Alex, condicionarlo a una u otra concepción sobre su misma libertad, pues él perdería dicha capacidad superponiendo una mayor seguridad y erradicación de todo acto vandálico al que pudiera tener acceso.


Finalmente, condicionar una conducta social tal y como hasta cierto punto lo hace el Derecho,  deja al aire la argumentación de sobre si ¿el libre albedrío es o no condicionado de igual forma?, a lo que quizá respondiendo por otro lado podamos tener una concepción inmediata hacia esto, pues el libre albedrío del hombre no es por tanto un acto que se pueda condicionar en su totalidad,  ya que a pesar de las represalias que tenga el individuo siempre podrá tener acceso a la capacidad de decidir sobre su actuar sean cuales sean las condiciones o circunstancias en el que éste se encuentre, el Derecho lo único que hará dentro de sus principales tareas será el regular dicha acción que del hombre surja como consecuencia de la capacidad única que tiene de discernimiento, a través del sistema normativo y de la coercibilidad que en su esencia mantiene aún en contra de la voluntad del hombre. 

Vicente Flores.