domingo, 21 de diciembre de 2014

Y el “Mexican Moment”, apá? : del “Saving Mexico” al “Awaking”.


Estamos por cerrar el 2014, todos alistan sus regalos de navidad y las reuniones con los amigos y la familia, pareciera ser que todo marcha bien y que estamos listos para la cuenta regresiva al 2015, sin embargo esta ilusoria utopía no tiene cabida en la mayoría de los mexicanos, un pésimo año nos despide.

Arrancamos el 2014 con “ilusiones” y proyectos nuevos, con ideologías arraigadas y refrendadas, o con nuevas concepciones que nos rejuvenecen; todo iba “bien” en apariencia, México era noticia en el mundo por las recién aprobadas reformas estructurales a la luz del Santo Sanctorum Congreso de la Unión, el Presidente de la República aparecía en la portada de la prestigiada revista Time y la pose le quedó bien, elogios y felicitaciones elevaban el ego de la cúpula del gobierno federal pues iban “salvando a México” (Saving Mexico- título de la revista Time), era el “Mexican Moment”, el momento de México, que a unos enorgullecía y a otros preocupaba. Eran tajantes las reformas y los mexicanos aun no terminaban por conocer siquiera la totalidad de las materias reformadas, menos aun la esencia de cada una de ellas, pues aquel desesperado Congreso parecía horno a tope para ir sacando el “pan calientito”  con la mayor celeridad posible, porque al presidente le “urgía” su momento de gloria.

Triste ver desmoronarse aquél Pacto por México, que en apariencia unía las principales fuerzas políticas del país en un acto solmene e histórico en aquel monumental Castillo de Chapultepec, algo que daba esperanza y que terminó por ser una real decepción. Las bancadas en el Congreso una y otra vez se dividían, las discusiones calurosas y los legisladores “preocupados” por las reformas, porque “si no las sacan no hay bono”, decía el jefe. ¿Un bono a los legisladores por aprobar las reformas estructurales?, perdón pero es su chamba -“hacernos el favor de legislar”-.

Pareciera ser que aun los gobernantes de este país piensan que manejar a la gente hoy en día es cosa similar al pasado, donde la opresión hacía gala de su presencia por medio de la fuerza policiaca o militar, donde cualquier excusa o respuesta era bien aceptada por la ciudadanía y el escándalo no pasaría a mayores, pues el pueblo olvida fácil. Pero este 2014, el gobierno en sus tres esferas de acción (federal, local y municipal) se ha topado con una gran sorpresa, se han puesto a “temblar” y ver su suerte en juego, el despertar social de México llegó, la confrontación entre ciudadanía y gobierno ha tensado el ambiente político, económico y social, pero para que éste llegara, desgraciadamente tuvieron que ocurrir hechos lamentables y dolorosos para todos los mexicanos: Tlatlaya y Ayotzinapa.

El dolor de por lo menos 43 familias guerrerenses permeó la sangre mexicana, e incendió la furia social y el descontento ciudadano en su máxima expresión, el país se volcó a las calles en un sinnúmero de manifestaciones, la solidaridad internacional no esperó y los mexicanos en el exterior hacían presencia ante la indignación que esto causaba; a mi mente venían recuerdos e imágenes de la reciente “Primavera Árabe”, donde jamás imaginé poder vivir en mi país situación semejante, donde imaginaba que mi gente era desinteresada ante todos estos acontecimientos, donde toda acción por parte del gobierno parecía una burla sin fin a la población mexicana.

Este fue el instante en que ese sueño presidencial del “momento de México” se esfumaba, caía como agua entre las manos, para jamás volver de esa manera. La crisis social ha unido más a una fuerza ciudadana que parecía escondida o nula, a protagonistas de la opinión pública internacional y mandatarios que han expresado su propia solidaridad para con el pueblo de México, así como alguna vez nosotros hemos expresado la nuestra con sus causas. El presidente logró su cometido, aparecer en las principales portadas de los diarios internacionales y ser objeto de opinión, pero lamentablemente no de la manera que esperaba, no más columnas de elogios y felicitaciones, ahora la pluma de los periodistas en tinta roja, como la sangre derramada, escribía sobre el papel el nombre de México, hundido en un profundo pesar e indignación, en una llamada de atención al gobierno federal, en una fuerza que cobraba sentido, México había despertado.

Pero, ¿Qué significa “despertar a México”? No es inundar las calles de cientos de grupos que marchan sólo por llenar una gran avenida y que sea intimidante, es salir a las calles y mostrar de qué están hechos los mexicanos, siempre solemos decir “ya basta” o “ya estamos hartos” pero en la siguiente elección puede más un buen discurso o una buena pero limitada ayuda, que la propia razón del sufragio. No es salir a la calle y aprovecharse de una marcha para delinquir, y tomarse un papel “anarquista” de hacerse cobardemente opositor, encapuchado y destrozando cuanto inmueble me tope a mi paso, es exigir de cara y frente en alto, que la unión de los mexicanos es la verdadera democracia, que el control debe estar en nosotros, como lo dice un ilusorio fragmento de la Constitución, que hasta hoy sólo se ha quedado en eso, en una mera ilusión.

El 2015 ha puesto a sudar a más de un partido, comienzan las estrategias para ganar el voto a como dé lugar, o para manipularlo también; comienza el juego de cada 3 años, las estructuras se mueven, pero a diferencia de los pasados comicios, hoy también se mueven los mexicanos, hoy también han comenzado a ser conscientes de la nación en que viven, han despertado de un sueño histórico del que pensé jamás lo haríamos. Sonamos muchas veces idealistas, y hasta permisivos con nuestros propios sueños volados de un mejor país, debemos ser realistas también, pero jamás pensar que lo que ahora queremos es un sueño social, porque jamás debió ser un sueño, siempre tuvo que ser una verdadera realidad. Estas palabras que hoy escribo, quizá queden perdidas en el tiempo como la mayoría de lo que leemos, no pretendo que las memoricen, lo único que busco es alentar a la acción ciudadana, a la participación constante y que la muerte de tantos y tantos mexicanos vaya cobrando sentido para un país devastado, para una nación herida por los propios mexicanos, para un México hambriento de paz y sediento de justicia.


Vicente Flores Meléndez