Capitulo – “Ser un buen prójimo”
Quién es mi prójimo? Yo no sé su nombre, dice en esencia Jesús. Es
todo aquel de quien tú eres vecino. Es quien se encuentra en una necesidad al
borde del camino de la vida. No es ni judío ni gentil; no es ni ruso ni
americano; no es ni blanco ni negro. Es un hombre- todo hombre en la necesidad-
es uno de los numerosos caminos de Jericó de la vida. Jesús define al prójimo,
por consiguiente, no con una fórmula teológica, sino con una situación vital.
El buen prójimo mira más allá de los accidentes
externos y distingue aquellas cualidades interiores que hacen a todos los hombres humanos y, por lo tanto,
hermanos.
- La filantropía es una cosa buena, pero no ha de
llevar al filántropo a ignorar circunstancias de injustica económica que hacen
necesaria filantropía. Quizás el sacerdote y el levita creían que vale más
curar la injusticia en la fuente de origen que no conformarse con un simple
resultado individual.
- Un hombre no se mide, en definitiva, por el
lugar que ocupa en los momentos de confort y de comodidad, sino por el que ocupa
en tiempos de prueba y adversidad. El verdadero prójimo pondrá en peligro su
situación, su prestigio y hasta su vida, por el bien de los otros. En los
valles peligrosos y en los caminos expuestos, levantará a su hermano maltratado
y golpeado hacia una vida más alta y más noble.
- El altruismo auténtico es más que la aptitud
para la piedad; es la aptitud para simpatizar. La piedad no puede ser mucho más
que la preocupación impersonal dispuesta rápidamente a enviar un cheque, pero
la verdadera simpatía es al preocupación personal que exige el don de uno
mismo. La piedad puede nacer del interés por una abstracción denominada
humanidad, pero la simpatía crece a partir de una preocupación por un ser
humano en particular, que yace en un camino perdido de la vida. La simpatía es
un sentimiento de hermandad por la persona necesitada, por su pena, por su
angustia, por su carga.
De “Strength to
love”
Capitulo “Carta desde la cárcel
de Birmingham”
- La palabra “tensión”, existe una clase de
tensión no-violenta constructiva, necesaria para el crecimiento. Así como
Sócrates creía que era necesario crear una tensión en la mente para que los
individuos superasen su dependencia respecto de los mitos y de las semiverdades
hasta ingresar en el recinto libre del análisis creador y de la evaluación
objetiva, así también. Hemos de comprender la necesidad de “tábanos” no
violentos creadores de una tensión social que sirva de acicate para que los
hombre superen las oscuras profundidades del prejuicio y del racismo,
elevándose hasta las alturas mayestáticas de la comprensión y de la
fraternidad.
La libertad nunca la concede voluntariamente el
opresor. Tiene que ser exigida por el oprimido.
-
Una justicia demorada durante demasiado tiempo
equivale a una justicia denegada.
- San Agustín decía que una ley injusta no es tal
ley, pero ¿Cuál es la diferencia entre ambas clases de leyes? ¿Cómo se sabe si
una ley es justa o no lo es? Una ley justa es un mandato formulado por el
hombre que cuadra con la ley moral o la ley de Dios. Una ley injusta es una
norma en conflicto moral con la ley moral. Con palabras de Santo Tomás de
Aquino “Una ley injusta es una ley humana que no tiene su origen en la ley
eterna y en el derecho natural. Toda norma que enaltece la personalidad humana
es justa; toda norma que degrada la personalidad humana es injusta.
- Un individuo que quebranta una ley injusta para
su conciencia, y que acepta de buen grado la pena de prisión con tal de
despertar la conciencia de la injusticia en la comunidad que la padece, está de
hecho manifestando el más eminente respeto por el Derecho.