miércoles, 26 de febrero de 2014

VENEZUELA, la omisión de los derechos humanos.


"Es perfectamente legítimo rehusar la obediencia a una ley que es contraria a lo que es justo"- Duguit-

León Duguit sin duda alguna mantiene ese pensamiento aristotélico respecto de lo justo y legal, relacionándolo – Aristóteles- en conjunción de la igualdad y adjudicando lo igual y lo legal a lo justo, y por ende, lo ilegal y desigual a lo injusto, siendo estas dos formas respectivamente, maneras de comprensión sobre una injusticia/ justicia total y una cierta especie de lo justo e injusto (igualdad-legalidad/desigualdad-ilegalidad); me pareció acertado poder comenzar con este sucinto análisis – Aristóteles/Duguit- porque es perfectamente aplicable la esencia de la realidad que hoy vive Venezuela respecto de la inestabilidad social y política en los principales puntos urbanos de aquel país sudamericano.

“Lo que sucede es básicamente un país desesperado por sufrir las tasas de inflación y de homicidios más altas del mundo, por sufrir de una falta de libertad de expresión total y por la escasez de productos de primera necesidad, entre muchos otros problemas serios.[1]- éstas son palabras del reconocido analista político Moises Naím respecto de lo que sucede en Venezuela, y es que básicamente en estos tres elementos - económico, inseguridad, represión social-  es en los que recae la  crisis que ha provocado los disturbios en días pasados. El análisis puede ser tan amplio como elementos surjan en el descontento social, y es que múltiples han sido los muertos y heridos a causa de defender y exigir lo más inherente a ellos y a nosotros que son nuestros Derechos Humanos, suprimidos y oprimidos por el gobierno venezolano a toda costa, incluso sin importar los resultados de estas contiendas entre el ejército y la ciudadanía.

La comunidad internacional se ha pronunciado en el descontento no solo en América Latina, sino en la Unión Europea, pues el mercado internacional ya está sufriendo las consecuencias de una dictadura “democrática”, comenzada hace aproximadamente 15 años con Hugo Chávez y continuada por el actual presidente Nicolás Maduro, Chávez irónicamente nació políticamente de una oposición  e instauro una dictadura sin más ni más, rechazando públicamente el “imperialismo estadounidense” y que sin duda ha traído consecuencias de toda índole al país sudamericano. Es un despertar social que se ha venido gestando desde años atrás, con el golpe de Estado de Pedro Carmona, el cual solo duró tan sólo dos días, y éxito ninguno obtuvo. Hace un par de semanas me encontraba leyendo un interesante libro del escritor estadounidense H. David Thoreau titulado “La Desobediencia Civil” en el cual señala lo siguiente, y que me parece acertado citar a consecuencia del presente tema analizado:
“Todos los hombres reconocen el derecho a la revolución, es decir, el derecho a negar su lealtad y oponerse al gobierno cuando su tiranía o su ineficiencia sean desmesurados e insoportables”[2]
A mi parecer, en esta frase radica la esencial importancia de lo que Venezuela vive hoy en día en sus calles, un pueblo harto y desesperado por no saber hacia dónde dirigirse respecto de su gobierno que durante muchos años ha mantenido en opresión la libertad de expresión y caído en un radicalismo sustantivo contrario a lo que en sus inicios propugnaba como un cambio “libertador bolivariano”, pero que siempre distó de serlo, sin embargo a través de los años el gobierno venezolano fortaleció lazos con Cuba, desde hace unas décadas atrás, pues en su criterio comparten el mismo ideal dictador e inhumano tanto Castro como Chávez en su momento.

La violación grave a los Derechos humanos es inconcebible, pues hoy en día es un bien preciado reconocido, y me atrevo a decirlo de esta manera, porque aunque siempre lo han sido no obstante no eran reconocidos como tal, tal es el caso en el que en nuestro país solo contábamos con algunas “garantías individuales” independientemente de los Derechos Humanos que así se reconocieran en los Tratados Internacionales y de los cuales hoy gozamos. Venezuela sin duda alguna, en mi perspectiva, y de continuar la situación actual y agravarse tal, marcará precedentes en las instancias internacionales pertinentes, pues al igual que en Ucrania - y en meses pasados España, Grecia, Siria, Egipto, entre otros-  las revueltas sociales se han volcado más y más  alrededor de un mal gobierno, lacerante de la dignidad humana y la supresión de los derechos que cada ser humano, por su simple condición de tal debe y tiene que gozar.

El reconocimiento de los derechos nació paradójicamente de la revolución y/o de la resistencia, algo por lo cual ahora la población venezolana lucha, y de lo que irónicamente firmó el gobierno de dicho país en 1945 como Estado Miembro de las Naciones Unidas a propósito de los Derechos Humanos:
[…]Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;
[…] por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.
-       Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.-

Vicente Flores 



[2] Thoreau, H.D. “Desobediencia civil y otros escritos” Editorial Tecnos. España. 2009

jueves, 13 de febrero de 2014

LOS MANDAMIENTOS DE LOS SABIOS


A lo largo del paso del hombre por este mundo, grandes han sido las civilizaciones que han habitado las tierras y asentado su sociedad, el orden fue llegando poco a poco, pues en la misma naturaleza el orden es perfecto aún ante la destrucción, el hombre al concebirse como un ser de la naturaleza, se ha regido también por las leyes de ésta, las cuales han de ser perfectas y justas, pero ¿Por qué el hombre, si es parte de esa justa y perfecta naturaleza, no lo es él en esencia? Una precisa respuesta puede llegar a nosotros en el sentido mismo de que al ser los humanos los únicos animales racionales de la creación terrestre, le es conferida la capacidad de decisión, es decir, el libre albedrio.

Al tener nosotros la capacidad única de poder razonar y por consiguiente decidir, también tenemos la capacidad de transformar nuestro entorno y satisfacernos de él, e incluso satisfacernos del débil o del oprimido mismo. Pero alguien alguna vez observó detenidamente el comportamiento de los hombres en sociedad, vio que era caótico y desentrañaba la furia, el caos, la intranquilidad y preocupación; y se preguntó el por qué de ello y si el hombre verdaderamente atendía a un “instinto razonado” en el que aprendía a vivir con alguno igual que él, con mismas necesidades y anhelos. Fue así como comenzó el proceso de entenderse a sí mismo el hombre, y que hasta nuestros días seguimos siendo objeto de estudio de nuestra propia razón y métodos. Del devenir de la razón y la filosofía, llegaron a nosotros grandes principios que nos permiten conducirnos en el perfecto camino de la ética y la moral filosófica, entendiendo a la primera – según Aristóteles- lo concerniente a los principios del bien y del mal; y, de “Filosofía Práctica”, para la disciplina que dicta las reglas a que debe someterse la conducta humana. Según Aristóteles, la virtud es el objeto de la Ética, mientras que la moralidad lo es de la Filosofía Práctica; por tanto entendemos que la ética nos indica la benevolencia con que pretendemos manejarnos frente a los demás y en nosotros mismos, mientras que la moral nos indica la exteriorización de esos preceptos como conducción de nuestro actuar.

Así nacen pues, los grandes principios que nos llaman a vivir y actuar conforme a la naturaleza, justa y perfecta, que nos integrarán en la razón, en la ética y en la moral bajo el pensamiento más puro y la acción más noble, derivados de los grandes sabios y su visión constructora de la “perfección imperfecta” del ser humano a la que seremos guiados por 12 principios fundamentales del hombre y para el hombre mismo, definidos de la siguiente manera:


1. El Gran Arquitecto del Universo es la sabiduría eterna e inmutable; es la inteligencia suprema.

2. Le honrarás con la práctica de la virtud. Tu religión será la de hacer el bien por sólo el placer de hacerlo y no por deber. Serás amigo del sabio y observarás sus preceptos. Tu alma es inmortal; no harás nada que pueda degradarla. Combatirás el vicio sin descanso.

3. No hagas a los otros lo que no quieras que ellos hicieran contigo. Resígnate con tu suerte y conservarás la luz de la sabiduría. 

4. Honra a tus parientes. Respeta a los viejos. Ilustra a la juventud. Protege a la infancia.

5. Ama a tu esposa y a tus hijos. Ama a tu patria y acata sus leyes. 

6. Considera a tu amigo como si fuera otra hechura de ti mismo. Que el infortunio no te aleje de él. Haz por su memoria lo que harías por él si viviera. 

7. Huye de las falsas amistades. Evita todo exceso. Teme y cuida de no manchar tu memoria. 

8. No te dejes dominar por pasión alguna. Utiliza la de los otros. Sé indulgente con el error.

9. Escucha siempre. Habla poco. Y obra bien.
 
10. Olvida las injurias. Devuelve bien por mal. No abuses de tu fuerza, ni de tu superioridad.
 
11. Aprende a conocer a los hombres para aprender a conocerte a ti mismo. 

12. Busca la verdad. Sé justo. Y huye de la ociosidad



Estos principios o mandamientos emanados de la razón virtuosa del hombre y de la conciencia más pura, nos son dados como emolumentos por el simple hecho de ser humano- racional y accionante- que nos mandan, nos invitan y nos alientan a la perfectibilidad de nosotros mismos, a la condecoración natural de superioridad, pero el día que lleguemos a alcanzar estos principios en su total madurez y expresión, ese día quizá seamos llamados seres de luz y de verdad absoluta, porque hemos dejado ya la materia que nos acogía y trascendimos de una racionalidad moralizada a una libre y perfecta expresión de lo natural y lo justo, y por tanto no habría ya necesidad de estos, pues habrían sido ya superados y cumplido su misión reformadora. 

Vicente Flores.