"Estado de Excepción" de Javier Sicilia en Revista Proceso de 16 de Agosto de 2015.
OPINIÓN:
El
actual entorno de una crisis política eterna, un descontento social abrumador y
una desconfianza cada vez más marcada en las instituciones por parte de la
sociedad en general, es todo y parte de lo que Sicilia aborda como principales
características de origen del llamado Estado de excepción. Cabe destacar que no
soy asiduo lector de Javier Sicilia ni mucho menos halago sus escritos, pero
esta vez me pareció bastante pertinente y acertado en su artículo.
Sicilia
apuntaba que:
“La
razón del Estado moderno es la excepción. En una versión clásica, el estado de
excepción se refiere, como su nombre lo indica, a una situación en la que el
soberano suspende las garantías individuales para proteger el bien público o en
otras palabras, a un periodo en el que el Estado suspende temporalmente el
orden jurídico por motivos de seguridad.”
Y
de ello, cabe destacar que nos hemos reducido como ciudadanos a la vida
nacional sin un orden jurídico verdadero, pues la praxis de éste es el éxito de
un gobierno. La ausencia del Estado es en sí mismo el gran epicentro del
caos en que vivimos hoy los ciudadanos, aunado a la inconsciencia de unos e
indiferencia de otros más. La suma de los factores sociales más la ausencia del
Estado entre la letra muerta de ley, nos da como resultado la pérdida de
gobernabilidad y con ello el estado de excepción. Esta ausencia aparente en
diversas cuestiones por parte del Estado es lo que en realidad es ahora el
Estado mismo, es decir, ha mutado a una forma nueva de totalitarismo, como bien
apunta Sicilia “El Estado no ha muerto
como creemos. Simplemente ha muerto a una nueva forma de totalitarismo que pone
de manifiesto la crisis civilizatoria por la que atravesamos”.
En
este sentido, se exige – y no menos esperado – un nuevo pacto social y
político, esto de un momento a otro me llevó a recordar aquella gran opus del
ilustrado francés Rousseau, donde el hombre en su necesidad de regular sus
relaciones interpersonales en el grupo de origen lo llevó de un estado natural
a un estado civil, en el que la regulación del hombre mismo frente a su conducta
social se da por una limitación de la voluntad común o general, y llevarlo a lograr un buen desarrollo en
comunidad y de todo aquello que pueda suscitarse mediante la libertad de
acción bajo las leyes que esto faculten. Pero parece ser que hoy día, este
contrato social se ha perdido por mucho - dijera Rousseau – resulta forzoso volver
a una primera convención, siendo necesario conocer bien los principios o
rudimentos mediante los cuales se forma el pueblo y de aquí mismo partir hacia
la aplicación de un modelo para un “sometimiento legal”, asentado mediante el
origen del pacto social del principio de pueblo para así no mermar la esencia
que éste tiene en el Estado.
De ello, podemos partir a la llamada
“soberanía” y por tanto a un “soberano” (quien la ejerce de manera directa por
consenso), que en sí mismo encierra la responsabilidad de poder dar pauta y
hacer factible el bienestar común del pueblo, pero cabe resaltar que no puede
responder a estas adjudicaciones y llamados si el soberano no tiene por total
seguridad la fidelidad de sus súbditos hacia él. Es ahí – apunta Sicilia – donde (hoy día) el ser humano y no su dominio sea la
medida de nuestras relaciones con todo, reclama la fundación de algo tan
absolutamente nuevo como absolutamente tradicional: lo humano en sus límites y
sus relaciones de solidaridad autónomas.
En
conclusión, el pacto social del México actual se ha roto, la insuficiencia del
poder del Estado frente a las demandas de los ciudadanos ha quedado por debajo del borde esencial de responsabilidad estatal directa, pero también la
responsabilidad ciudadana ha quedado en un segundo término por los mismos
ciudadanos, la falta de congruencia social e indiferencia en su más extenso
esplendor ha acogido por lo menos la última década a México. La gesta de una crisis social ha ido dándose
con el entorno favorable en todos los sentidos, el estado de excepción ha
llegado para por lo menos la otra mitad del sexenio quedarse. Un nuevo contrato
social? Un nuevo pacto federal? Un nuevo México renacido de entre las cenizas?
Qué solución podemos vislumbrar para el quebrantado sistema?
Vicente Flores Meléndez
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