jueves, 17 de octubre de 2013

“NO MATARÁS –K. KIESLOWSKI




El hombre desde siempre, ha sido objeto de la influencia vanagloriada de la fe y de la divinidad que lo acompaña en su andar según las creencias que profesen cada uno de los individuos que se enmarcan per se en el contexto divino o religioso. Este marco del que hablo, se define si bien por mitologías en algunos casos, por hechos reales en otros; no deja de tener  una base firme que conduce al hombre a actuar de tal o cual manera según los preceptos que establece como “buenos” o “ideales”, según los cuales el hombre debe ser, actuar y quizá hasta sentir. Tal es el caso de la corriente judeocristiana, que se basa en preceptos básicos llamados “Decálogo”, dados por Dios a Moisés y éste a su vez al pueblo; dando a entender que eran las estipulaciones por las cuales el Dios en que todos ellos creían era lo que pedía de ellos.

El filme “No Matarás”, es quizá sino una representación concreta de lo que mencioné en líneas anteriores, si bien puede ser una representación ad hoc al tema mismo, es decir, vislumbramos en las escenas cuestiones por las cuales podemos preguntarnos, reflexionar o quizá en un momento dado hasta juzgar el porqué de una regla o mandato, porqué según la tradición hebrea fue dado por Dios, y hacia dónde se dirige la cuestión del 5to mandamiento del Decálogo o el porqué de este precepto.

La cuestión divina en este momento no nos compete pues no soy una persona especializada en ello, aunque mi culto religioso me lo permita. Vayamos más allá de presenciar, saber, o cometer un asesinato, aboquémonos a preguntarnos si nosotros tenemos la facultad de privar del derecho de la vida a alguien más, incluso a un animal como se muestra en la película, quizá de primera instancia todos, o al menos la mayoría contestaría que nadie es dueño de la vida del otro y por tanto no podemos decidir sobre él o ella ni sobre su destino. Pero me pregunto ¿Por qué si no somos o no tenemos el derecho de quitar la vida a alguien más lo hacemos? ¿Es quizá algo nato en el hombre? Son cuestionamientos que nos podrá llevar tiempo en contestar, pero en la reflexión no emite de inmediato a lo que estamos predispuestos moral y religiosamente, pues el asesinato no es bien visto ante ninguna divinidad, al menos en la mayor parte de los cultos religiosos. Es pensar en que nuestra libertad de hacer y deshacer se ve limitada solo por la libertad del otro, es decir, nuestra libertad tiene límites hasta donde la del otro comienza y le afecte nuestra acción.

¿Qué debo pensar de aquel hombre que priva de la vida a otro? O ¿Qué es lo que puedo suponer que piensa o siente alguien momentos después de haber cometido el acto? Es en verdad un análisis nada fácil, pues no todos somos asesinos y por tanto nos es difícil tener empatía con esos pensamientos; el vacio que una persona pueda sentir, su necesidad de algo o hacia alguien, su desesperación o coraje, son causantes de tal atrocidad, pensar tan siquiera que en nosotros pueda crearse un monstruo social, a través de la presión, del vacío, del inconformismo o cuales quieran que puedan ser las razones por las que alguien prive de la vida a otro. La crueldad, frialdad y brutalidad de un asesinato repulsivo es de la manera en que el hombre “civilizado” muestra que sigue siendo “animal”, que esa condición jamás podrá perderse, ya que es quizá la acción más común en la historia del hombre, a través de batallas, guerras, asesinatos u homicidios; algo natural podríamos decir, pero sin conciencia ni reflexión de por qué lo hacemos o de si nos corresponde hacerlo, pues que no todos ante la naturaleza somos libres y por tanto nadie es mayormente mejor o peor ante el otro? Entonces, por qué adjudicarnos ese derecho sobre el otro a través de la libertad que poseemos?  Interrogantes que no nos habíamos hecho tal vez, pero hemos de recordar que en la conciencia se lleva el acto y la penitencia más cruel es recordar a diario en lo que te has convertido después de matar. Porque después de matar no serás el mismo de antes, un monstruo social te has de convertir.
El difícil trabajo de un abogado siempre se torna en cualquier situación que a éste le compete en su capacidad litigante, pues su deber es defender los intereses de su cliente, conociendo previamente la situación y habiendo aceptado los términos en que esta se encuentra, tal y como es el caso de Piotr, quien era un estudiante de abogacía en una etapa clave de sus estudios, pues estaba por concluir sus estudios y se preparaba para hacer su examen de titulación y quien tiene la difícil tarea de defender a Jacek (protagonista del filme quien asesina a un taxista brutalmente) ante los tribunales que lo sentenciarían por el acto cometido. La sentencia en sí misma tiene el fin de castigar y hacer pagar al infractor por el hecho o acto que se le adjudica, pero por sí misma tiene un fin más profundo la sentencia, y es el de hacer “reflexionar” a dicho infractor acerca de su actuar y por tanto ayudarlo a reintegrarse a la sociedad de la que alguna vez formó parte con derechos y deberes. Pero me pregunto si el fin último de la sentencia es el que anteriormente mencioné, por qué dar la pena de muerte a alguien?,  si la reflexión en él no tendría lugar pues morirá sin tan siquiera percibir por completo el hecho. Esta es una de las cuestiones que más controversia pueda causar con respecto a este tópico, pues es como aplicar la Ley del Talión ¿ojo por ojo, diente por diente y …vida por vida?  Es quizá algo no podamos comprender pues en nosotros caben acciones y pensamientos que ni nosotros mismos podemos entender.

Finalmente, nos queda la reflexión de sobre si tenemos o no el derecho sobre el destino y vida de alguien, creo yo que este filme es una excelente apreciación sobre la vida y la muerte, y más sobre la conciencia de saber hasta qué punto somos capaces de llegar con nuestra propia libertad, la respuesta ya estará en cada uno de nosotros, independientemente del culto religioso que profesemos, la vida es sin duda un regalo maravilloso que se nos otorga, así que cada uno tenemos derecho a ella a pesar de nuestras acciones.
                 
Vicente Flores.

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