lunes, 7 de octubre de 2013

“La Naranja Mecánica” Stanley Kubrick -

Stanley Kubrick fue uno de los más grandes genios que haya dado el mundo al llamado séptimo arte, y cuya influencia dejó marcado al siglo XX a través de grandiosas obras fílmicas, entre ellas “A clockwork orange o en su título en español “La Naranja Mecánica”, cuya fama fue adquirida por la gran controversia que causó en el Reino Unido en los años 70 entre críticos del cine y diversos medios de comunicación sobre su contenido y la conmoción de los espectadores.

La historia de Alex (protagonista de la cinta) es sin duda un personaje singular frente a la psicología de otros personajes de la misma categoría o contexto en filmes distintos. La particularidad de Alex es en sí misma la ultra-violencia,  que muestra el claro alarde al daño ajeno y de lo cual él y su grupo disfrutaban que sin planearlo tan estratégicamente conjuntaban coactivamente hacia el o los individuos, y que de un lugar a otro iban en busca de la satisfacción de dicha filia; como segunda instancia tiene la tendencia y gusto por  la violación como ese afán de ver el sufrimiento de la victima frente al acto sexual al que él procedía y del cual él era el principal participe dentro del grupo como todo líder. Desde las primeras escenas de la película se muestra la rebeldía por parte de aquel inadaptado grupo de adolescentes, los cuales irrumpen toda norma social y moral que en la sociedad pudiera existir, dejando por doquier huella de la malicia que en ellos se plasmaba y del cual sembraban cierto terror en las personas de tanto quienes presenciaban los ataques como quienes eran receptores de los mismos. “Como a toda acción corresponde una reacción” mencionaría el ilustre Newton en su tercera Ley, los actos operados por el protagonista finalmente tendrían el merecido correspondiente tal y como la ley es en esencia coercitiva, después de sufrir la traición de su grupo en un acto delictivo en el que era participe como muchos otros, estos lo dejaron a su suerte dentro de la casa habitación donde yacían delinquiendo, el cuerpo policiaco llegó y fue arrestado como en ocasiones pasadas de las que había ya librado, pero que desgraciadamente en ésta  no sería así, pues su vida sufriría un cambio drástico para bien aunque en un acto coactivo por parte de la justicia a quien había falseado en anteriores ocasiones.

El camino que pasó Alex durante su proceso de “reinsertación a la vida social” tuvo dificultades que él mismo jamás concibió, pues el tratamiento que obtuvo no fue nada fácil, se trata del tratamiento  “Ludovico”, el cual muestra una clara eficacia en el cual el paciente se ve impedido a realizar un acto violento. Dicho tratamiento es irónico en cierto aspecto, pues utiliza la violencia misma aunque en imágenes, y las drogas, que bajo ese efecto el paciente se ve obligado a mirar dichas imágenes y provocar después de todo un repudio a la violencia, es decir, le causa un tipo de intolerancia a la misma. Un elemento importante de la historia es la inconfundible y grandiosa Novena Sinfonía de L. van Beethoven, la cual mostró gran conmoción y gusto al escuchar la interpretación de la Oda a la Alegría en voz de una dama en el bar lácteo Korova, quedó quizá tocado por dicha obra con la majestuosidad de los coros y timbrantes sonidos que a diario disfrutaba escuchar una y otra vez. Esta pieza así como le causó un tremendo gusto al oírla, de igual manera sería su tortura en dicha cura,  pues estas imágenes eran acompañadas por música clásica y después del tratamiento al tener contacto con esto le provoca un gran malestar, por lo que realizar el bien era la única salida que tenía.
El filme nos muestra claramente este llamado “control de la conducta”, del que se desprende el acto humano de discernir entre una acción u otra concibiendo la naturaleza del mismo, es decir, poder decidir entre un acto de bien o un acto de mal, que es a lo que generalmente podríamos adjudicar como concepción del “libre albedrío del hombre”.


Poder decidir entre el bien y el mal es una de las características que tenemos como seres humanos, es decir, es un acto puro del hombre el de tener la libertad de elegir qué hacer o qué no hacer, que sin esta capacidad sinceramente no seríamos más que animales en el más estricto sentido de la palabra, pues no tendríamos conciencia de nuestros actos propios y por tanto no tendrían sentido dichas acciones. Es así como trata de operar el tratamiento a Alex, condicionarlo a una u otra concepción sobre su misma libertad, pues él perdería dicha capacidad superponiendo una mayor seguridad y erradicación de todo acto vandálico al que pudiera tener acceso.


Finalmente, condicionar una conducta social tal y como hasta cierto punto lo hace el Derecho,  deja al aire la argumentación de sobre si ¿el libre albedrío es o no condicionado de igual forma?, a lo que quizá respondiendo por otro lado podamos tener una concepción inmediata hacia esto, pues el libre albedrío del hombre no es por tanto un acto que se pueda condicionar en su totalidad,  ya que a pesar de las represalias que tenga el individuo siempre podrá tener acceso a la capacidad de decidir sobre su actuar sean cuales sean las condiciones o circunstancias en el que éste se encuentre, el Derecho lo único que hará dentro de sus principales tareas será el regular dicha acción que del hombre surja como consecuencia de la capacidad única que tiene de discernimiento, a través del sistema normativo y de la coercibilidad que en su esencia mantiene aún en contra de la voluntad del hombre. 

Vicente Flores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario