"Es perfectamente legítimo rehusar la obediencia a una
ley
que es contraria a lo que es justo"-
Duguit-
León Duguit sin duda alguna mantiene ese pensamiento aristotélico respecto de lo justo y legal, relacionándolo –
Aristóteles- en conjunción de la igualdad y adjudicando
lo igual y lo legal a lo justo, y por ende, lo ilegal y desigual a lo injusto,
siendo estas dos formas respectivamente, maneras de comprensión sobre una injusticia/
justicia total y una cierta especie de lo justo e injusto
(igualdad-legalidad/desigualdad-ilegalidad); me pareció acertado poder comenzar
con este sucinto análisis – Aristóteles/Duguit- porque es perfectamente
aplicable la esencia de la realidad que hoy vive Venezuela respecto de la
inestabilidad social y política en los principales puntos urbanos de aquel país
sudamericano.
“Lo que sucede es básicamente un país desesperado por sufrir las tasas
de inflación y de homicidios más altas del mundo, por sufrir de una falta de
libertad de expresión total y por la escasez de productos de primera necesidad,
entre muchos otros problemas serios.”[1]- éstas son
palabras del reconocido
analista político Moises Naím respecto de lo que sucede en Venezuela, y es
que básicamente en estos tres elementos - económico, inseguridad, represión
social- es en los que recae la crisis que ha provocado los disturbios en
días pasados. El análisis puede ser tan amplio como elementos surjan en el
descontento social, y es que múltiples han sido los muertos y heridos a causa
de defender y exigir lo más inherente a ellos y a nosotros que son nuestros
Derechos Humanos, suprimidos y oprimidos por el gobierno venezolano a toda
costa, incluso sin importar los resultados de estas contiendas entre el
ejército y la ciudadanía.
La
comunidad internacional se ha pronunciado en el descontento no solo en América
Latina, sino en la Unión Europea, pues el mercado internacional ya está
sufriendo las consecuencias de una dictadura “democrática”, comenzada hace
aproximadamente 15 años con Hugo Chávez y continuada por el actual presidente
Nicolás Maduro, Chávez irónicamente nació políticamente de una oposición e instauro una dictadura sin más ni más,
rechazando públicamente el “imperialismo estadounidense” y que sin duda ha
traído consecuencias de toda índole al país sudamericano. Es un despertar
social que se ha venido gestando desde años atrás, con el golpe de Estado de
Pedro Carmona, el cual solo duró tan sólo dos días, y éxito ninguno obtuvo.
Hace un par de semanas me encontraba leyendo un interesante libro del escritor
estadounidense H. David Thoreau titulado “La Desobediencia Civil” en el cual
señala lo siguiente, y que me parece acertado citar a consecuencia del presente
tema analizado:
“Todos los hombres reconocen el derecho a la
revolución, es decir, el derecho a negar su lealtad y oponerse al gobierno
cuando su tiranía o su ineficiencia sean desmesurados e insoportables”[2]
A mi
parecer, en esta frase radica la esencial importancia de lo que Venezuela vive
hoy en día en sus calles, un pueblo harto y desesperado por no saber hacia
dónde dirigirse respecto de su gobierno que durante muchos años ha mantenido en
opresión la libertad de expresión y caído en un radicalismo sustantivo
contrario a lo que en sus inicios propugnaba como un cambio “libertador
bolivariano”, pero que siempre distó de serlo, sin embargo a través de los años
el gobierno venezolano fortaleció lazos con Cuba, desde hace unas décadas
atrás, pues en su criterio comparten el mismo ideal dictador e inhumano tanto
Castro como Chávez en su momento.
La
violación grave a los Derechos humanos es inconcebible, pues hoy en día es un
bien preciado reconocido, y me atrevo a decirlo de esta manera, porque aunque
siempre lo han sido no obstante no eran reconocidos como tal, tal es el caso en
el que en nuestro país solo contábamos con algunas “garantías individuales”
independientemente de los Derechos Humanos que así se reconocieran en los
Tratados Internacionales y de los cuales hoy gozamos. Venezuela sin duda
alguna, en mi perspectiva, y de continuar la situación actual y agravarse tal,
marcará precedentes en las instancias internacionales pertinentes, pues al
igual que en Ucrania - y en meses pasados España, Grecia, Siria, Egipto, entre
otros- las revueltas sociales se han
volcado más y más alrededor de un mal
gobierno, lacerante de la dignidad humana y la supresión de los derechos que
cada ser humano, por su simple condición de tal debe y tiene que gozar.
El
reconocimiento de los derechos nació paradójicamente de la revolución y/o de la
resistencia, algo por lo cual ahora la población venezolana lucha, y de lo que
irónicamente firmó el gobierno de dicho país en 1945 como Estado Miembro de las
Naciones Unidas a propósito de los Derechos Humanos:
[…]Considerando esencial que los derechos humanos
sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea
compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;
[…] por medidas progresivas de carácter nacional e
internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto
entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios
colocados bajo su jurisdicción.
-
Preámbulo
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.-
[1] Duarte, Rodrigo “"Venezuela hace tiempo
que dejó de ser una democracia, pero a nadie le preocupa" en
IINFOBAE.COM (Argentina)
[2] Thoreau, H.D.
“Desobediencia civil y otros escritos” Editorial Tecnos. España. 2009
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