El ser humano tiene como principio y eje
rector del conocimiento a la “duda”, es decir, a cuestionarse todo en
cuanto a él se le presente, aprehenda o perciba; ya que la realidad que ante éste
es, puede ser falsa y trunca, impidiendo el pleno conocimiento a la realidad
verdadera convirtiéndola en una ilusión subjetiva ponderada a sólo mostrar lo
que se proyecta y no lo que en esencia es.
Descartes ante este
panorama establece lo que llamó la “duda
metódica”, que en realidad es una herramienta que te permite dudar de
todo cuanto existe; de la constante duda a la realidad percibida se logra
establecer que puede dudar de todo excepto de su propio yo, es decir, duda de
que su “ego” que sin duda alguna existe plenamente, pues ese “ego o yo”
tiene una base concreta y certera en lo real verdadero. Sólo el pensar es lo
que realmente demuestra, para Descartes, la existencia de algo en la realidad, pues la realidad
de las cosas debe ser demostrada, deducida o construida, y sostenía que la
existencia por sí sola no es la realidad completa, pues ésta se deduce de su
pensar. De esto anterior, surgen dos conceptos – que a mi parecer son acertados
y objetivos para conceptualizar la existencia de la realidad- y del que deriva
su estudio profundo hasta llegar a lo que él llama: la cosa extensa y la cosa
infinita.
Respecto del primer concepto- la cosa extensa-
Descartes nos plantea que es aquella de que se puede dudar, mientras que en la
cosa infinita no cabe la duda, pues de lo finito, es decir del sujeto, no puede
provenir lo ilimitado o infinito, ergo sobre la realidad de la cosa infinita
nada se puede dudar. Y es aquí cuando me pregunto ¿De qué cosas el hombre debe
dudar (cosa extensa) y de cuáles no (cosa infinita)? ¿Cuál es la realidad
verdadera del ser humano si todo cuanto en ella hay puede ser reducido a
la “cosa extensa” y por tanto dudar de ello, incluso atreverse a dudar de la
“cosa infinita”, es decir, de Dios
concebido como la más firme y
verdadera realidad? Las limitaciones
a la duda, en mi perspectiva, no deben existir, pues sería ilógico pensar en
condicionar el raciocinio de ciertas cosas, inevitablemente la duda comenzaría
por esas mismas limitaciones que se le imponen, ergo la duda es completa. Puede
pensarse en ser una duda parcial, si se contempla
en que dudas de algunas "accesoriedades" respecto de un todo, y no así dudar de
ese todo completamente; pero al dudar de ciertas partes de ese todo, necesariamente
dudas del todo, en consecuencia no es
perfecto, y si no es perfecto no es infinito, por tanto se reduce su concepción
a una “cosa extensa” y no una “cosa infinita”; por esto anterior es que el hombre puede dudar incluso de Dios, siendo quizá el más común de los
denominadores de la duda en el grado en comento.
Contrariando en parte a la teoría de Descartes, para mí, Dios
mismo puede ser cosa extensa y cosa infinita según el sentido que se le dé al
análisis, y sé que suena irracional de primer momento pensar en ello desde la
perspectiva cartesiana, pero si bien Dios no dejaría de ser perfecto y por ende
infinito pese a que se dude se él y de su existencia, pues utilizando la misma
lógica de Descartes, como bien mencionaba líneas anteriores -“Sólo el pensar es lo que realmente demuestra
la existencia de algo en la realidad, pues la realidad de las cosas debe ser
demostrada, deducida o construida”- bajo este concepto -Dios- para este
análisis, no podría ser una realidad concreta, ya que la existencia
por sí sola no es la realidad, es entonces cuando necesitamos del “pensamiento
o la razón” para que Dios exista, y por tanto sea una realidad verdadera, luego,
entonces es que me lleva a concluir en un esquema lógico de estructura que sin
pensamiento o razón Dios no existiría, pero ¿Es esto posible? ¿Acaso se retoma
y confronta la tesis de que Dios fue creado por idealismos (pensamientos) del
hombre? No es mi pretensión cuestionar en esencia la existencia de Dios o
escucharme ateo (porque no lo soy), pues quizá me llevaría la vida misma tratar
de tan siquiera conocer lo que en su periferia ontológica refiere, pero esto si
bien no corresponde filosofar en este trabajo, si conviene recalcar como
podemos reacomodar los conceptos cartesianos sin cambiar las ideas esenciales
que éste tenía, y simplemente utilizando una estructura lógica e ideológica
distinta a la que él utilizó es que podemos reformular las variables de cosa
extensa y cosa infinita, encontrando que lo infinito también puede ser
cuestionable. Siendo el pensamiento de René Descartes en esencia teísta por
doquier, irónicamente a partir de estas tesis teístas se inaugura la era del
racionalismo.
¿A qué realidad debe “someterse” el ser humano?
¿Cuál es el principio que maneja en su llamada “cosa extensa”? La respuesta se
da en la explotación viciosa de la curiosidad, ya que ésta es generada por la
duda, y ¿No fue la duda inducida por Satán la que llevó a Adán y Eva al exilio
del paraíso, siendo la promesa hecha por la serpiente el “Seréis como dioses”,
y creyéndole se hicieron semejantes a las bestias? En otro contexto menos
pesimista y más objetivo, esa duda sembrada quizá puede verse no como un acto
bestial ni infame, sino todo lo contrario, les dio la clave para la generación
del conocimiento, pues sin la duda el conocimiento es reducido y poco fiable,
quizá entonces haya sido un acto de luz a aquellos primeros humanos, así como
el hombre que busca la luz, el conocimiento, mediante la duda filosófica
mostrando la esclavitud ignorante en la que vive, para en posteriores grados y
edades tenga por objeto hacer conocer el bien a los nuevos iniciado de la gnosis de todas
aquellas facultades y herramientas con que éste cuenta en el ámbito físico e
intelectual, y posteriormente mostrar el estudio de la vida y la muerte
concibiendo a la inteligencia como aquello que construye al hombre
respectivamente.
La duda siempre acompañará al hombre en su
andar, es que realmente somos eternos aprendices de la vida,
pues la luz del conocimiento nos da un respiro a las profundas aguas de la
ignorancia; nuestra realidad es aquella que de esa luz pedida por la duda
formamos en nuestra sustancia pensante,
que demostramos y construimos día a día, pues existiremos en la realidad
verdadera, es decir, en la “cosa extensa”, en la medida en que nuestros pensamientos
sean y estén.
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