martes, 8 de julio de 2014

“PIENSO LUEGO EXISTO”: EL PROBLEMA DE LA REALIDAD A TRAVÉS DE LA DUDA.


El  ser humano tiene como principio y eje rector del conocimiento a la “duda”, es decir, a cuestionarse todo en cuanto a él se le presente, aprehenda o perciba; ya que la realidad que ante éste es, puede ser falsa y trunca, impidiendo el pleno conocimiento a la realidad verdadera convirtiéndola en una ilusión subjetiva ponderada a sólo mostrar lo que se proyecta y no lo que en esencia es.

Descartes ante este panorama establece lo que llamó la “duda metódica”, que en realidad es una herramienta que te permite dudar de todo cuanto existe; de la constante duda a la realidad percibida se logra establecer que puede dudar de todo excepto de su propio yo, es decir, duda de que su “ego” que sin duda alguna existe plenamente, pues ese “ego o yo” tiene una base concreta y certera en lo real verdadero. Sólo el pensar es lo que realmente demuestra, para Descartes, la existencia de algo en la realidad, pues la realidad de las cosas debe ser demostrada, deducida o construida, y sostenía que la existencia por sí sola no es la realidad completa, pues ésta se deduce de su pensar. De esto anterior, surgen dos conceptos – que a mi parecer son acertados y objetivos para conceptualizar la existencia de la realidad- y del que deriva su estudio profundo hasta llegar a lo que él llama: la cosa extensa y la cosa infinita.

Respecto del primer concepto- la cosa extensa- Descartes nos plantea que es aquella de que se puede dudar, mientras que en la cosa infinita no cabe la duda, pues de lo finito, es decir del sujeto, no puede provenir lo ilimitado o infinito, ergo sobre la realidad de la cosa infinita nada se puede dudar. Y es aquí cuando me pregunto ¿De qué cosas el hombre debe dudar (cosa extensa) y de cuáles no (cosa infinita)? ¿Cuál es la realidad verdadera del ser humano si todo cuanto en ella hay puede ser reducido a la “cosa extensa” y por tanto dudar de ello, incluso atreverse a dudar de la “cosa infinita”, es decir, de Dios concebido como la más firme y verdadera realidad? Las limitaciones a la duda, en mi perspectiva, no deben existir, pues sería ilógico pensar en condicionar el raciocinio de ciertas cosas, inevitablemente la duda comenzaría por esas mismas limitaciones que se le imponen, ergo la duda es completa. Puede  pensarse en ser una duda parcial, si se contempla en que dudas de algunas "accesoriedades" respecto de un todo, y no así dudar de ese todo completamente; pero al dudar de ciertas partes de ese todo, necesariamente dudas del todo, en consecuencia  no es perfecto, y si no es perfecto no es infinito, por tanto se reduce su concepción a una “cosa extensa” y no una “cosa infinita”; por esto anterior es que el hombre puede dudar incluso de Dios, siendo quizá el más común de los denominadores de la duda en el grado en comento.

Contrariando en parte a la teoría de Descartes, para mí, Dios mismo puede ser cosa extensa y cosa infinita según el sentido que se le dé al análisis, y sé que suena irracional de primer momento pensar en ello desde la perspectiva cartesiana, pero si bien Dios no dejaría de ser perfecto y por ende infinito pese a que se dude se él y de su existencia, pues utilizando la misma lógica de Descartes, como bien mencionaba líneas anteriores -“Sólo el pensar es lo que realmente demuestra la existencia de algo en la realidad, pues la realidad de las cosas debe ser demostrada, deducida o construida”- bajo este concepto -Dios- para este análisis, no podría ser una realidad concreta, ya que la existencia por sí sola no es la realidad, es entonces cuando necesitamos del “pensamiento o la razón” para que Dios exista, y por tanto sea una realidad verdadera, luego, entonces es que me lleva a concluir en un esquema lógico de estructura que sin pensamiento o razón Dios no existiría, pero ¿Es esto posible? ¿Acaso se retoma y confronta la tesis de que Dios fue creado por idealismos (pensamientos) del hombre? No es mi pretensión cuestionar en esencia la existencia de Dios o escucharme ateo (porque no lo soy), pues quizá me llevaría la vida misma tratar de tan siquiera conocer lo que en su periferia ontológica refiere, pero esto si bien no corresponde filosofar en este trabajo, si conviene recalcar como podemos reacomodar los conceptos cartesianos sin cambiar las ideas esenciales que éste tenía, y simplemente utilizando una estructura lógica e ideológica distinta a la que él utilizó es que podemos reformular las variables de cosa extensa y cosa infinita, encontrando que lo infinito también puede ser cuestionable. Siendo el pensamiento de René Descartes en esencia teísta por doquier, irónicamente a partir de estas tesis teístas se inaugura la era del racionalismo. 

¿A qué realidad debe “someterse” el ser humano? ¿Cuál es el principio que maneja en su llamada “cosa extensa”? La respuesta se da en la explotación viciosa de la curiosidad, ya que ésta es generada por la duda, y ¿No fue la duda inducida por Satán la que llevó a Adán y Eva al exilio del paraíso, siendo la promesa hecha por la serpiente el “Seréis como dioses”, y creyéndole se hicieron semejantes a las bestias? En otro contexto menos pesimista y más objetivo, esa duda sembrada quizá puede verse no como un acto bestial ni infame, sino todo lo contrario, les dio la clave para la generación del conocimiento, pues sin la duda el conocimiento es reducido y poco fiable, quizá entonces haya sido un acto de luz a aquellos primeros humanos, así como el hombre que busca la luz, el conocimiento, mediante la duda filosófica mostrando la esclavitud ignorante en la que vive, para en posteriores grados y edades tenga por objeto hacer conocer el bien a los nuevos iniciado de la gnosis de todas aquellas facultades y herramientas con que éste cuenta en el ámbito físico e intelectual, y posteriormente mostrar el estudio de la vida y la muerte concibiendo a la inteligencia como aquello que construye al hombre respectivamente.

La duda siempre acompañará al hombre en su andar, es que realmente somos eternos aprendices de la vida, pues la luz del conocimiento nos da un respiro a las profundas aguas de la ignorancia; nuestra realidad es aquella que de esa luz pedida por la duda formamos en nuestra sustancia pensante,  que demostramos y construimos día a día, pues existiremos en la realidad verdadera, es decir, en la “cosa extensa”, en la medida en que nuestros pensamientos sean y estén.


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