Hablar
de igualdad en los seres humanos es quizá más difícil que ubicar sus
diferencias mismas, pues son mayormente notables a la vista y criterio de
cualquiera que pudiera darse a la tarea de juzgar ello. ¿Cómo sería posible
concebir apartar las diferencias totales respecto de las semejanzas parciales,
existentes entre los hombres? ¿Bajo qué criterio sería posible contemplar la
igualdad?
Es
complicado establecer un ámbito regulador y equilibrado que conciba el
reconocimiento total en el ejemplo que un abogado hondureño de clase media, sea
igual a un abogado alemán de la misma clase, pues son precisamente estos tres
parámetros los que nos limitan y caracterizan en esta clasificación inmediata,
sea pues porque la clase media en Honduras y en Alemania respectivamente, sea
distinta a pesar de tener el “mismo título” de estrato económico, pues su
ingreso promedio de acuerdo a su clase en el caso alemán será considerablemente
más alto que el hondureño, mientras que comparten una semejanza total (abogado)
los separa una total (nacionalidad) y comparten otra aparentemente igual (clase
social) pero que en el fondo dista de serlo. Y aquí ante los ojos de todos
¿Serían iguales el uno al otro? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué?
Es
así como el mundo actual funciona en relación con el cómo clasificarnos de manera sencilla y
sucinta, pero hay algo que va más allá de dicha clasificación maquinista y
rígida, es eso que dejamos casi siempre de lado como seres humanos, y que nos
ha impedido el progreso social en todo el mundo; es hacernos sabedores de que
todos nacemos de un “prinicipia naturae”, del origen de las cosas en igualdad de circunstancias naturales al
ser humano, pues lo mismo que un ario y un oriental, un afroamericano que un
latino, todos sin excepción compartimos el origen natural, en igualdad de un
proceso de gestación, de nacimiento, de cromosomas, o células; provenimos del
mismo mecanismo de desarrollo embrionario, y por tanto pertenecemos al mismo
reino animal, al filum de los cordados, a la clase mamífera, al orden primate,
a la familia homínida, al género homo y a la especie Homo sapiens.
Estamos
pues, conformados de lo mismo, y de manera natural clasificados de la misma
manera todos sin excepción, lo único que nos hace diferentes son las
condiciones externas en que nos desarrollamos como hombres y mujeres, esas
condiciones que si bien en un principio nadie elije nacer con unas u otras, son
las que vanamente nos clasifican y diferencian, lo altos con los chaparros, los
morenos y los rubios, los católicos de los hindúes; y ante las diferencias
¿dónde está la igualdad en los seres humanos? la respuesta es tan sencilla que
nos complicamos muchas veces en reconocer que todos somos seres humanos,
compartiendo anhelos, necesidades y experiencias. Lo que nos une es la
condición humana en que yacemos expuestos a este mundo, lo que nos diferencia
es la manera en que nosotros elegimos ver al que yace a nuestro lado.
Vicente Flores.
Vicente Flores.
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