viernes, 22 de julio de 2016

Mexicanos al ¿toque de queda?, el acero aplastad la corrupción

*Publicado el 28 de junio de 2016 en The Mexican Times
Pareciera ser que estamos viviendo una revuelta civil de principios del siglo pasado, donde un gobierno con baja aceptación impera, un grupo oprimido –antes los obreros, hoy los maestros– hace frente al Estado (sin mencionar héroes o villanos), la clase media se ahorca y la baja se ensancha a una velocidad considerable, el populismo está en su máximo esplendor, y el rumbo de México es incierto, somos una nación que no sabe hacia dónde camina, o quizá mejor simplemente preguntarnos si tenemos camino.
FOTO: El Universal, DF
FOTO: El Universal, DF
El conflicto magisterial ha sido el dolor de cabeza de gobiernos locales y federal durante algunos sexenios, los únicos afectados son los estudiantes, que no obstante pertenecen a los estados más pobres del país (Oaxaca y Chiapas), es clave de su estancamiento histórico. No hay dinero, ni tampoco educación, entonces ¿cuál es la opción?
La milicia ha tomado el papel de “seguridad ciudadana” en las calles del país, más que inspirarnos confianza nos atemoriza su presencia, no están entrenados para proteger, lo están para luchar. Una arrogancia gubernamental nos atosiga, la clase política ha perdido toda esperanza de confianza ciudadana, el repudio es cada día más grande y su indiferencia cada vez más evidente.
Los derechos humanos son un bello adorno constitucional y normativo, la impartición de justicia un sueño que pocos logran alcanzar. El Congreso de la Unión, como cada legislatura se convierte en un circo entre payasos oradores, peloteros de la norma, domadores partidistas y legisladores domados, todo es menos representación. Nuestros flamantes y excelsos políticos se han ensañado en mostrar sus vastos conocimientos en modos de ingobernabilidad y corrupción, hoy día muchos de ellos presumen con gusto y desvergüenza su doctorado “horroris causa” en la materia, lo más triste es que las nuevas generaciones de políticos partidistas en su mayoría, van por la misma línea de acción, aunque la discursiva les sea “ligeramente” distinta y engañosa.
Esto y más es lo que “la democracia nos ha dejado”, como cuentos de ultratumba, que al leerlos se nos eriza la piel, pero que al vivirlos a diario, se han convertido en parte de la real politik, donde la filosofía ciudadana es cada vez mayor, pues todos tenemos nuestras teorías, nuestros conceptos, todos presumimos saber la solución a todo y pensamos que quizá podríamos hacerlo mejor que ellos, cierto o no, de lo que no hay duda es del cinismo y descaro con que hoy tratan de dirigir el país.
FOTO: cualessonlosderechoshumanos.com
Las protestas son una manera de expresión ciudadana que nuestro país no es confiable ni garantía de nada, la represión está a la vuelta de cualquier esquina, pero de qué nos podemos quejar si nosotros elegimos –claro está, a quienes votamos– lo que hoy tenemos. Como dicen “por ahí”, ya ni llorar es bueno.
¿Por qué marchar por exigir que sean otorgados ciertos derechos? Los derechos nos son inherentes, no deben estar sujetos al escrutinio democrático, ni a la aprobación institucional, es una práctica que hemos malentendido en la democracia, y por ello viciado el sistema. Aprendamos a vivir en democracia, o el autoritarismo nos alcanzará… perdón ya llegó.
Mexicanos al toque de queda, pues nos hemos quedado atónitos y pasmados ante la realidad que nos come, parecemos no reaccionar, o al menos a la mayoría le ha llegado la oportunidad. El acero aplastad la corrupción, ante un mal que reiteradamente he indicado, nos es propio a ciudadanos y políticos, nos ha comido vivos y se ha colocado como parte de nuestra vida.
¿Hay tiempo para un diálogo democrático? Algunos se preparan para el siguiente y beligerante paso ciudadano. Esta segunda opción parece estar concretándose en algunos puntos de nuestro país, la contención gubernamental ya les hace frente. ¿Qué sigue? Un pacto ciudadano que concrete un diseño estratégico del inexistente proyecto de Nación.

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