martes, 2 de julio de 2013

¿EN QUÉ CREEN LOS QUE NO CREEN?- HUMBERTO ECO & CARLO MARÍA MARTINI



Desde hace ya mucho tiempo, hablar de laicidad versus religiosidad ha sido un tema que ha comprometido a teólogos, gnósticos, seculares, religiosos, filósofos y demás estudiosos que puedan aportar a la materia, pues es controvertida la postura que adoptan estas dos corrientes de pensamiento e ideología. Desde ambas perspectivas fue como se dio la  discusión de diversos y controvertidos temas y cuyas respuestas eran dignas de leerse y cuestionarse, entre el escritor italiano Umberto Eco y Carlo María Martini quien es cardenal jesuita de la Iglesia católica y arzobispo de Milán.

Primeramente comencemos por conocer estrictamente lo que significa la laicidad del hombre. Ser laico, va más allá de creer o no creer en Dios, ser laico no significa ser ateo, mientras que esto último corresponde a la negación de la existencia de Dios; ser laico responde a la enajenación o independencia sobre cualquier poder u órgano religioso, en la que se garantiza aparentemente la libertad de conciencia a través de la exclusión de valores o normas morales y sin la imposición de éstos.  

El tema sobre el Apocalipsis es un tanto controvertido, pues las interpretaciones que se le han dado a lo largo de los siglos, han sido diversas, y comúnmente se conoce la versión o interpretación catastrófica, en la que el fin del mundo llegará, y que se verá envuelto en una serie de circunstancias maléficas, crudas y crueles, en las que el hombre será sometido por las fuerzas mayores, por monstruos en algunas versiones, en fin demasiadas interpretaciones son las que acogen este libro escrito por el apóstol Juan, el favorito del Maestro Jesús. En este caso, Eco se atreve a vislumbrar que este tema acoge más comúnmente a la comunidad laica en la actualidad que al mundo cristiano, éste último se toma hacia el entorno de reflexión y meditación en contrariedad a los laicos, quienes según la visión de Eco fingen ignorarlo por completo, pero mantiene una obsesión innegable al mismo. El Apocalipsis en perspectiva religiosa se adentra en sí mismo a las revelaciones, que en el sentido connotativo de su significación es el Libro de las Revelaciones; las cuales no se mencionan catastróficas en su estudio, aunque en la literalidad de su escritura lo pueda parecer, al ser metáfora lo que se maneje en la representación puramente literaria, haciendo referencia a hechos, posturas y conceptos abstractos con respecto de bestias, dragones, copas, cordero, etc. Interesante discusión la que se mantiene entre la parte laica (Eco) y la parte religiosa (Martini) frente a este hecho, y en los cuales existen algunos puntos en los que se convergen ambas perspectivas y por tanto la significación del tema desde ese ángulo se torna confortable para ambos autores, pues al converger en ideas similares, la discusión sobre el tema se asienta en el discernimiento de la “correcta o incorrecta interpretación” que se le ha dado al último libro del Nuevo Testamento en torno a la catástrofe mundial que sobre él se adjudica.

La vida es sin duda uno de los temas más polémicos sobre el que el hombre haya discutido a lo largo de su existencia, pues no se ha dejado clara la postura de dicho tema en torno a la cuestión filosófica, ética, y sobretodo religiosa. Este tema fue sin duda un tema interesante en el debate entre Eco y Martini, pues las posturas de ambos autores, aunque parecen tener disparidad entre sus respectivas posiciones, la convergencia se da, aunque no de una manera estrictamente clara como en el Apocalipsis, pero si en torno al momento en que se considera que una vida es humana y las razones que en ello encuentran los dos autores. Sobre la visión de Eco, se vislumbra como lo llama él la “bandera de la Vida”, en que nos deja claro que él está rotundamente a favor de la vida, en cuestión a que en su vida podría aconsejar el aborto puesto que considera un acierto apelar en nombre del derecho a la Vida, en el que no podemos permitir a alguien privar de la vida a otro. Para Eco, el nacimiento de un niño es una maravilla, pero hablar de la vida, nos engancha de la misma manera a tocar el tema de cuándo es que ésta inicia. Es una ironía pensar en defender la Vida, pero no conocer el punto exacto dónde ésta surge. Hay corrientes o filosofías que apuntan a distintos momentos, unos consideran que  el momento de la concepción es cuando se da dicho efecto, otros que al desprenderse el feto de la madre, algunos más aluden a que la vida se lleva desde la célula reproductiva masculina en el semen, considerando que se pueda tener la posibilidad de que alguien que se masturbe y derrame semen será considerado un homicidio. Distintas son los ángulos de análisis del origen de la vida humana, pero ninguna se ha postulado como la ganadora. Ante la visión de Eco, se encuentra la defensa de la postura de Martini, quien adjudica como buen religioso, al inicio de la vida en Dios mismo, en que ésta es dada en algún momento de la gestación y que sobre el individuo actúa aun antes de nacer. Al final, no se determina en dicho debate ni se deja en claro puramente el momento exacto del inicio de una vida humana, pero si se deja en claro la defensa por la vida, aún a pesar de las circunstancias adversas al individuo; pues afirman que discutir la Vida es un tema que les llevará paradójicamente la vida entera.

Temas interesantes, pero sobretodo polémicos, fueron los centros de atención de dicho debate entre Umberto Eco y Carlo María Martini, pues la dimensión que manejan sobre la laicidad y religiosidad de opiniones ante éstos y otros temas, hicieron una rica discusión, aunque de encontradas opiniones y divergentes en otras tanas ocasiones, se da al lector dos visiones controversiales en sus aspectos de opinión y pensamiento puramente. Creo fielmente que la laicidad derivada de un secularismo marcado, es necesaria ante el equilibrio de la opinión y visión social sobre temas tan controversiales, pero a la vez tan profundos y necesarios de analizar en una sociedad llena de perspectivas y multiplicidad de ideas y erróneos, que impiden el conocimiento concreto y el análisis de los mismos de manera correcta, sin la imposición de estatutos morales aunque sí éticos a la luz de una libertas conscientiam (libertad de conciencia).



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