Desde
hace ya mucho tiempo, hablar de laicidad versus religiosidad ha sido un tema
que ha comprometido a teólogos, gnósticos, seculares, religiosos, filósofos y
demás estudiosos que puedan aportar a la materia, pues es controvertida la
postura que adoptan estas dos corrientes de pensamiento e ideología. Desde
ambas perspectivas fue como se dio la
discusión de diversos y controvertidos temas y cuyas respuestas eran
dignas de leerse y cuestionarse, entre el escritor italiano Umberto Eco y Carlo
María Martini quien es cardenal jesuita de la Iglesia católica
y arzobispo de Milán.
Primeramente comencemos
por conocer estrictamente lo que significa la laicidad del hombre. Ser laico,
va más allá de creer o no creer en Dios, ser laico no significa ser ateo,
mientras que esto último corresponde a la negación de la existencia de Dios;
ser laico responde a la enajenación o independencia sobre cualquier poder u
órgano religioso, en la que se garantiza aparentemente la libertad de
conciencia a través de la exclusión de valores o normas morales y sin la
imposición de éstos.
El
tema sobre el Apocalipsis es un tanto controvertido, pues las interpretaciones
que se le han dado a lo largo de los siglos, han sido diversas, y comúnmente se
conoce la versión o interpretación catastrófica, en la que el fin del mundo
llegará, y que se verá envuelto en una serie de circunstancias maléficas,
crudas y crueles, en las que el hombre será sometido por las fuerzas mayores,
por monstruos en algunas versiones, en fin demasiadas interpretaciones son las
que acogen este libro escrito por el apóstol Juan, el favorito del Maestro
Jesús. En este caso, Eco se atreve a vislumbrar que este tema acoge más
comúnmente a la comunidad laica en la actualidad que al mundo cristiano, éste
último se toma hacia el entorno de reflexión y meditación en contrariedad a los
laicos, quienes según la visión de Eco fingen ignorarlo por completo, pero
mantiene una obsesión innegable al mismo. El Apocalipsis en perspectiva
religiosa se adentra en sí mismo a las revelaciones, que en el sentido
connotativo de su significación es el Libro de las Revelaciones; las cuales no
se mencionan catastróficas en su estudio, aunque en la literalidad de su
escritura lo pueda parecer, al ser metáfora lo que se maneje en la
representación puramente literaria, haciendo referencia a hechos, posturas y
conceptos abstractos con respecto de bestias, dragones, copas, cordero, etc.
Interesante discusión la que se mantiene entre la parte laica (Eco) y la parte
religiosa (Martini) frente a este hecho, y en los cuales existen algunos puntos
en los que se convergen ambas perspectivas y por tanto la significación del
tema desde ese ángulo se torna confortable para ambos autores, pues al
converger en ideas similares, la discusión sobre el tema se asienta en el
discernimiento de la “correcta o incorrecta interpretación” que se le ha dado
al último libro del Nuevo Testamento en torno a la catástrofe mundial que sobre
él se adjudica.
La
vida es sin duda uno de los temas más polémicos sobre el que el hombre haya
discutido a lo largo de su existencia, pues no se ha dejado clara la postura de
dicho tema en torno a la cuestión filosófica, ética, y sobretodo religiosa. Este
tema fue sin duda un tema interesante en el debate entre Eco y Martini, pues
las posturas de ambos autores, aunque parecen tener disparidad entre sus
respectivas posiciones, la convergencia se da, aunque no de una manera
estrictamente clara como en el Apocalipsis, pero si en torno al momento en que
se considera que una vida es humana y las razones que en ello encuentran los
dos autores. Sobre la visión de Eco, se vislumbra como lo llama él la “bandera
de la Vida”, en que nos deja claro que él está rotundamente a favor de la vida,
en cuestión a que en su vida podría aconsejar el aborto puesto que considera un
acierto apelar en nombre del derecho a la Vida, en el que no podemos permitir a
alguien privar de la vida a otro. Para Eco, el nacimiento de un niño es una
maravilla, pero hablar de la vida, nos engancha de la misma manera a tocar el
tema de cuándo es que ésta inicia. Es una ironía pensar en defender la Vida,
pero no conocer el punto exacto dónde ésta surge. Hay corrientes o filosofías
que apuntan a distintos momentos, unos consideran que el momento de la concepción es cuando se da
dicho efecto, otros que al desprenderse el feto de la madre, algunos más aluden
a que la vida se lleva desde la célula reproductiva masculina en el semen,
considerando que se pueda tener la posibilidad de que alguien que se masturbe y
derrame semen será considerado un homicidio. Distintas son los ángulos de
análisis del origen de la vida humana, pero ninguna se ha postulado como la
ganadora. Ante la visión de Eco, se encuentra la defensa de la postura de
Martini, quien adjudica como buen religioso, al inicio de la vida en Dios
mismo, en que ésta es dada en algún momento de la gestación y que sobre el
individuo actúa aun antes de nacer. Al final, no se determina en dicho debate
ni se deja en claro puramente el momento exacto del inicio de una vida humana,
pero si se deja en claro la defensa por la vida, aún a pesar de las
circunstancias adversas al individuo; pues afirman que discutir la Vida es un
tema que les llevará paradójicamente la vida entera.
Temas
interesantes, pero sobretodo polémicos, fueron los centros de atención de dicho
debate entre Umberto Eco y Carlo María Martini, pues la dimensión que manejan
sobre la laicidad y religiosidad de opiniones ante éstos y otros temas,
hicieron una rica discusión, aunque de encontradas opiniones y divergentes en
otras tanas ocasiones, se da al lector dos visiones controversiales en sus
aspectos de opinión y pensamiento puramente. Creo fielmente que la laicidad derivada
de un secularismo marcado, es necesaria ante el equilibrio de la opinión y
visión social sobre temas tan controversiales, pero a la vez tan profundos y
necesarios de analizar en una sociedad llena de perspectivas y multiplicidad de
ideas y erróneos, que impiden el conocimiento concreto y el análisis de los
mismos de manera correcta, sin la imposición de estatutos morales aunque sí
éticos a la luz de una libertas
conscientiam (libertad de conciencia).
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