La cultura jurídica en México creo yo no ha sido la mejor
con la que contamos hoy en día, especialmente la cultura jurídica externa, es
decir, la que corresponde a la población en general y que en muchas ocasiones
también la interna que corresponde a ese pequeño sector de la población que se
dedica a la jurisprudencia y a la aplicación de la ley. La película “Presunto
Culpable” es una clara alusión al hecho que he venido mencionando en las líneas
anteriores, es la frialdad de las cuestiones de justicia y tristes realidades
que sin más ni más se viven en miles de casos, en los que no se busca al
culpable sino quien pague la culpa, tal es el caso del protagonista de la cinta
José
Antonio Zúñiga.
El caso de José Antonio Zúñiga no
es el único ni el más particular que haya, tampoco es el más reciente ni el más
controvertido, pero sí fue el que dio salida a una ola de críticas sociales,
políticas, internacionales, etc., sobre su caso mostrado en dicha cinta, mostrando
la clara evidencia de la
corruptibilidad, del grado tan alto de incompetencia de algunas autoridades
cuya tarea es “impartir justicia” de manera imparcial. José Antonio Zúñiga es
un joven que hace algunos años fue acusado de homicidio en la delegación
Iztapalapa del Distrito Federal, delito por el cual fue detenido y tras un
largo y difícil proceso, sentenciado; conociendo él su inocencia y con pocos
recursos en ese momento para poder demostrar la contrariedad de lo que le
acusaban mostró siempre una tranquilidad aunque no del todo ante dicho proceso,
aplicó como popularmente se dice “el que nada debe nada teme”, aunque aquí
había mucho que temer pues la fabricación de “testigos” estaba a la orden del
día y por tanto su caso se complicaba cada día más.
Gracias a una serie de vicios en el
procedimiento del juicio que fue la falsificación de la cédula profesional de
abogado defensor que le fue asignado (de oficio), y que ayudó a J. Antonio a
interponer lo que se conoce como nulidad de juicio ante tal “mínimo detalle”,
petición que procedió y que dio pauta a un segundo juicio, que sería condenado
y juzgado por el mismo juez que en primera instancia había llegado su caso. El
gran trabajo del abogado defensor, fue extraordinario, pues siempre puso en
tela de juicio las declaraciones del supuesto testigo, quien incurría diciendo
que él había sido testigo presencial de los hechos. El abogado defensor no
perdía detalle de las situaciones que se daban en ese juicio pues todo,
absolutamente todo lo que el testigo declaraba el lo cuestionaba, pues era
evidente que los policías habían obligado
al testigo a declarar en contra de J. Antonio. Todo en ese juicio era
falso exceptuando la declaración de Antonio, quien mostraba una desesperación
cada vez más notoria por su libertad.
Finalmente, tras una gran discusión
en juzgados, con declaraciones varias, con policías que se reducían a decir que
no recordaban nada; J. Antonio salió libre gracias a la oportuna intervención
de ese gran abogado, quien se dio a la tarea de realizar un exhaustivo trabajo
para poder probar la inocencia de su cliente y que eficientemente lo
conseguiría. La fabricación de testigos y de falsos culpables, es una tarea que
desgraciadamente se da a diario en cientos o tal vez miles de casos en nuestro
país, y sin duda en el mundo entero. Esa ineficacia y alto grado de
irresponsabilidad en su trabajo, son las autoridades que tenemos “resguardando
nuestra seguridad”, no se dan a la tarea de realizar una investigación certera
y probatoria, sino se reducen a encontrar quien pague la culpa, y
desgraciadamente son las personas con menos recursos las más vulnerables a este
tipo de cuestiones, pues al no tener las facilidades económicas o de educación
para saber cómo actuar son presa fácil de estos “fabricantes de culpables”.
Es triste ver, como se buscan
individuos que paguen una culpa que no les corresponde, mientras que el
verdadero culpable del hecho ande por las calles delinquiendo sin freno alguno,
gracias a la impunidad de la autoridad, a la falta de compromiso y a la
comodidad de no investigar sino solo actuar. Es lamentable escuchar decir entre
los mexicanos, esa tan trillada frase de “Solo pasa en México”, que la misma
población no confíe ni en quien tiene el “compromiso de velar por una seguridad
y una integridad nacional” ya sea desde una patrulla, o desde un juzgado.
En conclusión, solo puedo decir,
que nosotros los actuales estudiantes y próximas autoridades y dirigentes de
esta nación, somos quienes podemos erradicar eso, somos la tan ansiada esperanza,
pero parece ser que esta frase se venía diciendo desde hace ya algunas décadas,
y esos jóvenes que eran la esperanza en esa época, ahora son los que cometen
los mismos errores del pasado, será que es un ciclo vicioso del que no
saldremos? O será que no queremos salir de ese ciclo por comodidad para los de
“arriba”? esas respuestas creo yo solo están en cada uno de nosotros, y en
nosotros mismos la solución.
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