lunes, 20 de junio de 2016

Abstencionismo electoral: enemigo democrático, aliado partidista

*Publicado el 07 de junio de 2016 en The Mexican Times

El pasado domingo 05 de junio se vivió una jornada electoral más en nuestro país, donde fueron electos diversos cargos como gobernadores, presidentes municipales y ayuntamientos, diputados locales y por supuesto, los diputados integrantes de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Fue una elección bastante desalentadora en términos generales y previsible en sus resultados.
El gran derrotado de esta contienda electoral fue precisamente el partido de Los Pinos, donde no la pasaron nada bien después de ver los resultados en siete de los doce estados donde hubo elección de gobernador. Su presidente nacional –Manlio Fabio Beltrones– finalmente, entre la tristeza y la previsión, aceptó sin mayor realce los resultados de las urnas donde no les fue favorecido el voto ciudadano.
Esto es tan sólo una antesala del panorama electoral para 2018, donde los carros partidistas ya están en marcha, dispuestos al todo por el todo para legitimarse ante el electorado en su camino por “la silla del águila” –apuntaría Carlos Fuentes– pero que sin mayor ilusión van a la contienda, pues “el horno no está para bollos”.
Imagen del Instituto Nacional Electoral
Imagen del Instituto Nacional Electoral
Definitivamente, no podemos dejar de lado al gran enemigo político que atacó con todo al desarrollo democrático de nuestro país, que no fue de un color partidista pero les benefició en una estrategia electoral: el abstencionismo.
El caso más deplorable de participación ciudadana fue –para sorpresa de todos–, la Ciudad de México, donde tan sólo poco más del 28% del electorado en lista nominal se dispuso a ejercer su derecho a votar para elegir a sus representantes en la Asamblea Constituyente, es decir, los diputados electos llegarán sin una legitimación electoral real, sólo meramente representativa y sin mayor gloria. El panorama es desalentador pero, ¿cuál fue el detonante de tan nimia participación? ¿Qué fue lo que detonó esta indiferencia social? ¿Será el hartazgo, la desconfianza, el desinterés o, la resignación a un sistema político corrupto sin respuesta al ciudadano?
Detrás de la Ciudad de México siguió Baja California con apenas 33% de participación ciudadana, en tercera posición Sinaloa y Puebla con 44%, en contraste con Oaxaca donde casi 60% de sus electores salieron a las urnas, que aunque no es un porcentaje satisfactorio en nuestra democracia, sí lo fue conociendo las condiciones sociales y políticas en que esta entidad federativa se encuentra. El bajo nivel de participación tiene un alto costo tanto político como económico, pues la inversión en los procesos electorales es sumamente cuantiosa ante la indiferencia electoral que se presenta. Es la representación literal de las condiciones en que nuestro país se encuentra frente a la clase política, de ello podemos hacer una lectura rápida de la respuesta ciudadana a la clase política y a las instituciones electorales, en las cuales reiteradamente se ha mostrado un nivel de desconfianza creciente.
Imagen de Rosy Ramales
Imagen de Rosy Ramales
Los partidos políticos se han beneficiado irónicamente de este mal democrático, pues mientras menor sea el número de participación ciudadana en las elecciones, será mayor la posibilidad de ganar una elección –con baja legitimación– sin un mayor esfuerzo, que les colocará en la vigencia política del municipio o de la entidad federativa en que participen.
Los partidos políticos tienen seriamente que replantear su manera de operación política, elegir con mayor detalle a sus candidatos, pero sobre todo ciudadanizarse en su presencia y actuar político. El discurso democrático –pero hipócrita– de todos los partidos por tratar de recuperar la confianza de los ciudadanos ha quedado ya desgastado, en el olvido y como una vieja canción, todos se la saben y todos la cantan. ¿Qué nos queda por hacer?

No hay comentarios:

Publicar un comentario